¿Y una Misión de Sabios costeña?

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Un costeño más, el antropólogo guajiro Weildler Guerra, ha entrado oficialmente a formar parte de la ‘Misión de Sabios’, un cuerpo asesor conformado por el Gobierno Nacional para diseñar las políticas públicas de ciencia, educación e innovación.

Complace que el Ejecutivo haya dado este paso, no solamente por el hecho de que Guerra sea un eminente intelectual de la región Caribe y columnista desde hace varios años del periódico El Heraldo -y de El Isleño de San Andrés-; sino también porque sin lugar a dudas, el grupo de sabios designado por el presidente Duque se va a ver enriquecido con los conocimientos de este egregio wayuu, para beneficio de todos los colombianos.

Quizá sea el momento de ahondar en el debate sobre la calidad de los investigadores e intelectuales costeños –que estamos convencidos es elevada– y ver cómo ponen de la mejor manera sus servicios a los intereses de la región.

A propósito de El Heraldo, desde el momento en que se constituyó la ‘Misión de Sabios’ a comienzos de febrero, ese periódico promovió un debate sobre la escasísima presencia de costeños en el grupo. De los 43 integrantes iniciales, sólo figuraban dos nacidos en el Caribe, ambos mujeres: la samaria María del Pilar Noriega y la barranquillera Adriana Ocampo.

Pero lo que menos interesaba era su lugar de nacimiento, sino, sobre todo, dónde se habían formado y dónde estaban desarrollando su actividad profesional, porque estos datos ayudarían mejor a entender la realidad en materia de liderazgo intelectual.

Durante una breve investigación de los currículos, se observó que Noriega cursó sus estudios universitarios en Medellín y había dedicado su carrera al estudio de los polímetros en un prestigioso instituto de esa ciudad. En cuanto a Ocampo, se marchó a los dos años de edad de Barranquilla, donde nació porque a su padre lo trasladaron transitoriamente a nuestra ciudad.

El debate que se planteaba el diario barranquillero era justamente ese, tras detectar que casi todos los ‘sabios’ colombianos (hay algunos extranjeros) estudiaron en Bogotá o han desarrollado ahí su trabajo. ¿Habían conformado la Misión con un marcado sesgo centralista, sin tener en cuenta a los intelectuales que hacen su labor en las regiones? ¿O se habían limitado a reflejar una realidad en la que la investigación, la ciencia y la innovación, por distintas razones, se ha concentrado en el interior del país?

Ambas hipótesis parecieron preocupantes, y por eso se vio necesario abrir un debate que, comprensiblemente, no le gustó a algunos sectores del Gobierno.

Ahora bien, a la vista de todo lo que ha sucedido en torno a este tema, quizá es el momento de ahondar en el debate y averiguar dónde estamos en materia de ciencia, investigación e innovación los costeños. Porque, a pesar de la inclusión de Guerra en la Misión de Sabios, El Caribe sigue con una representación insignificante si se compara con su peso demográfico en el contexto nacional.

Un buen ejercicio sería conformar una ‘Misión de Sabios’ regional. No para que compita con la que se ha instituido en Bogotá, sino para que asesore sobre el terreno a sus gobernantes en el diseño de los planes de desarrollo de la Costa y de cada uno de sus departamentos.

Una iniciativa de este tipo permitiría abrir la reflexión sobre la calidad de los recursos humanos –estamos seguros de que es más nutrida de lo que se piensa en la capital del país– y la mejor forma en que pongan sus conocimientos al servicio específico de la comunidad Caribe.

Las universidades, las academias, los centros de pensamiento y los líderes empresariales, políticos y civiles tienen la palabra.

(Tomado de El Heraldo)

Última actualización ( Miércoles, 06 de Marzo de 2019 10:59 )