Turismo de naturaleza en las montañas colombianas

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Hace unos meses estuvimos muy de cerca del imponente nevado del Ruiz. Ahora, nuestro reto fue llegar a los 4.600 m.s.n.m. del nevado de Santa Isabel, máxima elevación geográfica del departamento de Risaralda y una belleza natural que, tristemente, según el Ideam en unos 10 años sería el primer glaciar colombiano en desaparecer.

El Santa Isabel es uno de los tres glaciares que conforman el Parque Nacional Natural Los Nevados (PNNN), un complejo volcánico conformado por los nevados del Ruíz, del Tolima y los paramillos del Cisne, Santa Rosa y Quindío.

A este volcán se le conoce tradicionalmente como ‘Poleka Kasue’, que en lengua de los indígenas Quimbaya significa ‘doncella de la montaña’ o ‘princesa de las nieves’.

Aunque se requiere de una preparación previa y tener ciertas condiciones físicas para el ascenso, el acceso a este nevado es de relativa facilidad (comparado con sus vecinos) puesto que no es una estructura de forma cónica convencional, sino un conjunto de domos que coronan su cima.

Desaparición inminente

De acuerdo con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), su relativa baja altitud ha permitido estudiar las dinámicas glaciares como en ningún otro lugar del país; de ahí que se sepa que es el de más rápido derretimiento en Colombia, producido por el calentamiento global y otras causas antropogénicas más locales.

Este proceso ha sido tan acelerado, que en menos de diez años el nevado ha dejado de ser una sola masa continúa y ahora se compone de ocho fragmentos separados. Según cifras del Ideam que demuestran su declive, en 1850 el área total de glaciar era de 27.8 kilómetros cuadrados; en 1946, había disminuido drásticamente a unos 10.8; en 2010 tan solo quedaban 1.9; y a finales de 2019, solamente poseía 0.52 km2.

Vale la pena insistir, en la importancia de contar con un guía experimentado y avalado por el PNNN para realizar este tipo de recorridos; además de realizar la reserva y pago previos para el acceso a estas reservas naturales, proceso del que se encarga normalmente dicho profesional.

Hacia la cúspide de ‘la doncella’

El ascenso inicia en el sector Potosí, en Santa Rosa de Cabal (Risaralda) y continúa por el sendero conocido como Conejeras; también se puede acceder por la vereda El Cedral (en Pereira, capital risaraldense).

Así que si se está en una región o país diferente, es necesario llegar a esta capital, ya sea a través del aeropuerto Matecaña; o por tierra, a través de su amplia red de carreteras.

En mi caso, la travesía total (ida y de regreso) tomó cerca de 12 horas, varias de ellas a bordo de un automóvil tipo ‘campero’, muy recomendado para recorridos de trocha.

Nuestro grupo salió desde Santa Rosa –a 1.700 metros sobre el nivel del mar– a las 3:00 a.m. con destino a Potosí; a las 5:00 a.m. realizamos una parada para ir regulando la temperatura y para desayunar en la finca El Porvenir (2.200 m.s.n.m.).

De aquí en adelante el paisaje comienza a tornarse muy distinto: la vegetación del ecosistema andino va cambiando a medida que ascendemos. Contamos con un clima excepcional aquel día, lo que nos permitió en repetidas ocasiones disfrutar de bellas panorámicas.

Descendimos varias veces del campero, tomamos fotografías, consumimos alimentos dulces y nos fuimos acostumbrando lentamente al cambio de altura (en este momento ya hemos alcanzado los 3.000 metros); ‘tips’ muy necesarios para mitigar los cambios inevitables que se generan en el organismo.

Igualmente nos hidratamos cada cierto tiempo; el frío comienza a sentirse con más fuerza, pero no por eso debemos olvidarnos de tomar agua cada cierto tiempo.

Cuatro mil metros más cerca del cielo

Pasadas otras dos horas ya habíamos alcanzado los 3.850 m.s.n.m., llegamos a Potosí (aún en auto), donde recibimos algunas recomendaciones del personal de PNN para un ascenso seguro y responsable. De allí nos dirigimos a Conejeras, fin del trayecto vehicular.

Desde este punto (a 4.160 m.s.n.m.) hasta el borde del glaciar se calculan unos 3.5 km a pie; el tiempo total de recorrido varía muchísimo, porque depende de las condiciones climáticas, del terreno, y más que nada, de la habilidad del grupo para caminar.

Si bien este tipo de recorridos propician el (aún) recomendado distanciamiento personal, es importante mantener la cohesión del grupo ante cualquier eventualidad que se presente.

Recuerde mantener su propio ritmo y respirar muy bien; esto influye notablemente en la mitigación del llamado ‘mal de altura’, caracterizado principalmente por dolor de cabeza intenso, vómito, problemas estomacales y en ocasiones, dificultad respiratoria o confusión (los síntomas varían entre persona y persona).

Coronando la cúspide

Paso a paso, nos vamos acercamos al característico paisaje de páramo, hogar de los imponentes frailejones y otras plantas como el musgo, líquenes y algas.

Metros más adelante, solo se encuentra básicamente piedra volcánica y enormes formaciones líticas bordeando el camino.

Son parajes silenciosos y de apariencia desolada, pero igualmente llenos de magia.

La fauna en esta altura es casi imperceptible, los animales son más bien esquivos a la presencia humana; sin embargo, los guardaparques reseñan variedad de aves como el periquito de fuertes, el águila crestada y nuestra insignia nacional: el cóndor de los Andes. Con mucha suerte, también se pueden observar mamíferos como la danta, el venado cola blanca, liebres y zorritos.

Algo que sí abunda, son las bellas lagunas y pequeños nacimientos de agua blanquísima… ¡Pareciera que de la tierra brotara nieve líquida!

Cerca de las 11:30 a.m. seguimos acercándonos a nuestra meta. Ahí la constante es el viento helado que golpea nuestra cara, susurrando con más fuerza que nos acercamos al borde del glaciar a 4.693 m.s.n.m.

“¡Coronamos!”, decimos al unísono cuando frente a nuestros ojos aparece aquella masa blanca y el frío arrecia; tenemos en frente a la ‘princesa de las nieves’ y un torrente de sensaciones pasa por nuestro cuerpo agotado… ¡Pero el esfuerzo ha valido la pena!

Aspectos a tener en cuenta

• Planee muy bien su viaje, analice el recorrido completo y evalúe sus condiciones físicas y médicas. Revise previamente las recomendaciones que ofrece PNN para una visita segura, en su página https://www.parquesnacionales.gov.co/

• Asegúrese de dormir y descansar bien antes del viaje; evite ascender con ‘guayabo’ o beber durante la caminata.

• Cinco días antes, comience una dieta alta en carbohidratos; incluya bocadillos, chocolate, frutas y granos.

• A medida que se sube a las montañas, el organismo intenta adaptarse a la disminución de oxígeno, acelerando los ritmos cardíacos y respiratorios, e incrementando la producción de glóbulos rojos. Por eso, tómese el tiempo necesario para aclimatarse, mantenga su propio ritmo, respire profundo y descanse cada vez que lo requiera.

• Las bajas temperaturas en las alturas exigen el uso de ropa y de calzado adecuado para conservar el calor y protegerse de la humedad. Sin embargo, abríguese a medida que va ascendiendo y no desde el inicio del recorrido.

• El brillo solar, que es más intenso por la radiación y su reflejo en la nieve, puede causar problemas en los ojos por lo que se deben proteger. La piel expuesta al sol y al viento helado se quema rápidamente, así que también debe cuidarse con buen protector para el cuerpo y los labios.

• Regrese la basura con usted, incluso los residuos orgánicos y cáscaras de frutas. En la ciudad se le puede dar un mejor manejo a estos desechos.

Más información en el e-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra robots de spam. Necesita activar JavaScript para poder verla ; o también con Hiking Colombia, en el teléfono 3146197856.