El Hoyo Soplador entre vientos cruzados

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La arbitraria saturación del espacio público y una insostenible disposición de los residuos sólidos, empañan la ‘prosperidad’ que pareciera generar este concurrido ícono turístico de San Andrés, con un cuestionable aspecto visual de 'sanandresito'.


El Gobierno local presentó un reciente proyecto de reubicación de viviendas y negocios que rodean a este centro turístico por valor de 14 mil millones de pesos, a una comunidad desconfiada de la propuesta, que de todas maneras ya fue aprobada en segundo debate en la Asamblea Departamental.

Parte de esa comunidad la componen las familias, descendientes de Matrona Pomare, y Ramona Palmer, isleñas raizales que trabajaron esa tierra y edificaron sus viviendas justo allí, alrededor del Hoyo Soplador, mientras levantaban y veían crecer a sus hijos y las generaciones que las sucedieron.

El temor compartido es que una vez sean reubicados en el predio del frente, otro sea quien explote con mayores recursos la ‘gallina de los huevos de oro’ o sea la porción de tierra en la que residen hoy 15 familias, aunque en total sean 42 las que dependen de los negocios allí ubicados.

Proyecto en mora

“Históricamente los dueños del comercio en San Andrés no hemos sido los isleños y sabemos que hay gente interesada en desarrollar este lugar, por eso creemos que el gobierno no ha sido claro con nosotros, ni siquiera han venido personalmente aquí”, comentó un empresario del sector quien pidió mantener su nombre en reserva.

Al respecto, el secretario de Turismo, Lidonel Bent Llerena, declaró que lo que el gobierno busca es mejorar las condiciones de vida de las personas del área que tienen varias generaciones allí: “Si el gobierno tiene la voluntad y la capacidad de hacerlo pues lo va hacer con los recursos que hay asignados para eso, creí ver conformidad de parte de ellos cuando acudieron a la última socialización. No hay, ni existirán otros intereses” aclaró el funcionario.

Según Bent Llerena, este proyecto ha estado en mora desde anteriores gobiernos, debido a la situación latente de peligrosidad para las familias por residir en zona de riesgo y por la desnaturalización física y cultural, que se ha hecho progresivamente de un emblema del Departamento.

“Desgraciadamente hay personas que no están muy contentas en que al fin se esté desempolvando este proyecto, que no solo beneficiaría al sector sino a toda la isla, el Hoyo Soplador hoy no se puede ver, uno tiene que entrar y cuando uno entra no se encuentra con las mejores condiciones para recibir ni a turistas, ni a locales”.

Lo que los separa

La proliferación de la actividad comercial en la zona comenzó hace aproximadamente ocho años pero en la actualidad, la oferta de servicios la comparten: dos restaurantes, cuatro tiendas de artesanías, 20 coctelerías y uno que otro servicio informal o de rebusque.

Aunado a esto, existe división de criterios de las personas que subsisten de este lugar, en cuanto a cómo prosperar sus negocios, lo que ha degenerado en algunos la tendencia –sin ningún control– de ampliar sus comercios cada vez más cerca del ‘Hoyo’ y esto ha ido en franco detrimento del atractivo natural, al que cada vez le queda menos espacio para exhibir su majestuosidad.

Permisividad de los gobiernos, objetivo político de cara a las elecciones, conspiraciones y murmuraciones han sido la cortina de humo para que este escenario crezca sin ser cuestionado, aun cuando los directamente relacionados hacen lo mejor posible para potenciar sus negocios que son sus proyectos de vida y esa es la manera como saben hacerlo.

Pero el ‘Hoyo Soplador’ incluso con sus visibles discordancias, atrae a miles de visitantes de Colombia y de todo el mundo.


Las basuras: problema transversal

Lo nocivo de este auge es que todas las actividades que se generan producen más basuras de las que se puedan contener y evacuar. No hay suficientes depósitos, no existe un plan de manejo de los residuos sólidos y la empresa de aseo Trash Buster tiene frecuencias de recolección de tres días a la semana (martes, jueves y sábado), insuficientes para ese centro turístico rebosante de personas.


“Trash Busters dice que les hagamos una carta solicitando ampliar los días de recolección pero después alegan que adeudamos algunas facturas por el servicio, pero esto no es así, incluso ya hemos enviado comunicaciones firmadas por todos para solicitar la frecuencia diaria, como ocurre con los hoteles”, dijo otra habitante del sector.

Resultado de esto, hordas de mosquitos que llegan a ser incontrolables incluso para los moradores y proliferación de ratas que se alimentan del coco que junto con los colmados basureros contribuyen a ser el blanco de críticas por el aspecto deslucido.

Sin embargo, dos veces al mes, un escuadrón de dolientes de esta situación se reúne para realizar jornadas de limpieza de los alrededores, reciclan latas de refrescos, realizan fumigaciones, incluso quemas controladas, pero pese a este esfuerzo continúa imparable la producción de desechos.

Este hecho no es único, pues en el afán de expansión casi todos buscan la transformación aunque algunos no saben cómo hacerlo, incluso viejas rencillas entre familias se han apaciguado y quieren creer en la bondad del proyecto del gobierno…

Ese que una vez encaminado permita desandar los pasos inexactos que convirtieron un hermoso y pujante atractivo natural, en un tenderete inviable.