Del Gatopardo al Titanic

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“Algo debe cambiar para que todo siga igual”, escribió palabras más, palabras menos el italiano Giuseppe di Lampedusa en la novela ‘Il Gattopardo’ (1957), una cita original que resume la hipótesis aplicada por muchos en el marco teórico y práctico de las ciencias políticas contemporáneas.

El gatopardismo derivado de dicha creencia es, en síntesis, la postrera oportunidad del jugador –como sujeto individual o colectivo, privado o público– de colocar bien su apuesta y poder continuar la partida ya sea ganando o, por lo menos, no perdiéndolo todo. Tan sencillo como eso.

Lo que ocurrió con la suspensión provisional del gobernador Ronald Housni y la designación en encargo de la viceministra de Turismo –sin dejar de serlo– Sandra Howard, sugiere, más allá de los brillantes antecedentes de ella, una jugada maestra en tal sentido, eso sí, con final en suspenso.

En principio, el cambio de rostro, género, origen y estilo comunicacional, descompresionó en buena parte el ambiente y, a pesar de algunas críticas punzantes, abrió un nuevo espacio de diálogo, ante todo, en el complicado tema de la salud, primordial dolor de cabeza del Gobierno Departamental.

Sin embargo, la marea sigue tan espesa que en el día a día los escenarios se van moviendo a la velocidad de la luz y así como las nubes desaparecen en el horizonte, por ahí mismo llegan otras más densas e indescifrables, como pesadillas, sin avisar.

Es por ello que, de la capacidad y celeridad para resolver los problemas como vengan, pero con soluciones serias, reales y palpables –no del estilo del célebre ‘está todo bien’– depende que la apuesta gatopardista resulte airosa desembocando en un nuevo aire para el paciente en observación.

Y, claro está, que la tripulación del Titanic, incluidos sus altos mandos, no siga creyendo que el témpano es un espejismo mientras la orquesta continúa tocando el mismo vals.

Última actualización ( Domingo, 06 de Mayo de 2018 07:53 )