La batalla contra el ruido

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Este año que culmina, cuando el Gobierno Departamental se la juega en varias medidas –para muchos de supuesto corte antipopular–, vale la pena precisar asuntos primordiales a riesgo de generar escozor entre los amigos de la ausencia de autoridad, el caos y la anarquía social.

El ruido excesivo afecta la salud e influye considerablemente en nuestras vidas. No solo en el trabajo sino también en nuestro tiempo libre. Las consecuencias son la pérdida de audición, el estrés, la ansiedad, la dificultad para concentrarse y muchos otros síntomas.

Actúa sobre los sistemas nerviosos central y autónomo. Cuando el estímulo sobrepasa determinados límites, se produce sordera y efectos patológicos en ambos sistemas, tanto instantáneos como diferidos. Pero el ‘ruido’ no son solamente los decibeles percibidos a través del sistema auditivo.

Por extensión, desde la crisis contada por los cronistas en plena revolución industrial –incluyendo, médicos, psiquiatras, sociólogos–  hasta nuestros días; bajo el concepto de ‘ruido’ subyacen otras clases de conductas extensivas al quebrantamiento o el no acatamiento de normas de comportamiento social que garantizan, entre otras, la convivencia y la seguridad.

Estas amenazas contemporáneas originan, por ejemplo, el estrés y sus manifestaciones más usuales como el cansancio crónico, el insomnio; las enfermedades cardiovasculares o la hipertensión o trastornos de tipo psicofísicos: tales como ansiedad, manía, depresión, irritabilidad y neurosis o psicosis en personas predispuestas a ello.

Desde luego, estos cuadros conllevan cambios drásticos y comportamientos antisociales como hostilidad, intolerancia, agresividad, aislamiento social y disminución de la tendencia natural hacia la ayuda mutua. Las personas afectadas sufren de intranquilidad, inquietud, desasosiego, depresión, desamparo, ansiedad o rabia.

Así las cosas, todos los esfuerzos que se hagan desde las esferas oficiales deben recibir un rotundo e inequívoco respaldo del conjunto de la sociedad, cueste lo que cueste y afecte a quien afecte. Claro está, respetando todas las garantías y derechos civiles. Es la supervivencia de todos la que está en juego, por unas islas en paz y tranquilidad. Y desde luego, lejos del ruido.

Última actualización ( Domingo, 25 de Diciembre de 2016 10:40 )