La cruz de San Andrés

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La bandera de San Andrés lleva una cruz blanca sobre un fondo azul claro. Es hermosa. Sin embargo, hoy, está manchada de sangre y dolor; está de luto. Tras una nueva semana de violencia con crímenes que la gente no alcanza a comprender, ni en sus orígenes, ni en sus anónimas resoluciones; la desolación y el temor se apoderaron de la sociedad.

Es tiempo de una reacción clara, vigorosa e inaplazable; los agrupados en el Comité Intergremial y Productivo del Archipiélago (Cipar), acaban de divulgar un certero pronunciamiento de denuncia y respaldo al accionar de las autoridades. Este mensaje debe ser acompañado por toda la comunidad: por sus líderes espirituales, políticos, comunitarios, profesionales, culturales...

En este tiempo de efemérides patronales, es necesario, es urgente, un mensaje despejado y contundente. Un solo lenguaje de rechazo al crimen organizado y de respeto irrestricto por las instituciones. En momentos tan aciagos no caben las posiciones diletantes que solo le llevan agua al molino del caos y la anarquía.

Y claro está: mucho menos cabe el oportunismo politiquero de los que golpean las puertas de los ministerios o los cuarteles exigiendo 'limpiezas sociales' indiscriminadas.

Los muertos no tienen color, idioma, religión, clase o partido. Su sangre convertida en dolor se derrama sobre todas las capas sociales e irriga desolación, inmovilidad productiva y decadencia.

Es tiempo de unión, no de división. Y eso sí: también es tiempo de hablar claro, contrarrestando rumores perversos con acciones ejemplarizantes enmarcadas en la institucionalidad de nuestra Carta Magna.

Para que la bandera siga flameando, por siempre bella, limpia, libre y orgullosa. (Foto: Richard García)

Última actualización ( Sábado, 27 de Noviembre de 2010 17:03 )