Lo ancho para Nicaragua y lo angosto para las islas

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Con su reciente fallo la Corte Internacional de Justicia (CIJ) quiso entregar un ‘resultado equitativo’. Pero también se percató de que al aplicar la línea media equidistante, y de haberle otorgado plataformas continentales a Quitasueño y Serrana, Colombia se llevaría una buena parte; no sólo por la proyección desde el Archipiélago, sino también por la continuidad de sus aguas al Este que arriban casi a las costas de Cartagena. 

Algunos expertos afirman que Nicaragua merecía más, que las aguas nunca fueron legalmente nuestras, al tiempo que el Meridiano 82 como frontera le era injusta a Nicaragua. Sin embargo, no podemos olvidar que el país centroamericano respetó esa línea divisoria como frontera por muchísimos años, algo que generaba una obligación y un reconocimiento legal.

No obstante, esto no fue tenido en cuenta por la CIJ en su obsesión por aplicar al pie de la letra el ‘derecho del mar’ codificado en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), de la cual no hace parte Colombia y por ende no le aplica, pero de la cual la Corte tomó aspectos para incluirlo en el derecho consuetudinario que sí aplica a Colombia... Porque lo dicen ellos. 

Una total arbitrariedad y abuso de sus poderes porque una cosa sacrosanta del derecho internacional es el apego a principios y pilares fundamentales que no deben cambiar o tergiversarse para acomodarlos a un fallo, algo que precisamente se hizo en 2012 y el 17 de marzo de 2016.

Desde la perspectiva legal los jueces sienten que tuvieron razón con respecto a la distribución de aguas del fallo de 2012. Pero el punto es que por tratar de entregar un ‘resultado equitativo’ afectaron terriblemente los derechos de las islas y los raizales en particular. ¿Dónde está la justicia en esto? ¿Puede un supuesto ‘fallo equilibrado’ ser aceptado cuando afecta los intereses y los derechos de un pueblo ancestral asentado hace casi 400 años? 

Lo más seguro es que no y por eso Colombia no cede y no va a ceder, por lo pronto. Lo que se hizo en 2012 parece más bien una especie de justicia redistributiva y una forma descabellada de La Haya de favorecer al más ‘débil’ –Nicaragua–, en consonancia con las tendencias ideológicas que priman en esa Corte por encima de las tendencias y opiniones puramente legales. 

Una arbitrariedad porque Colombia no sabe a qué atenerse o qué se incluye en lo consuetudinario. Y es que si en eso se incluye lo de la UNCLOS de la que no hacemos parte, ¿por qué no entonces los derechos históricos raizales? Estos sí caen en lo consuetudinario pero no fueron tenidos en cuenta. De allí las críticas a la inconsistencia de la Corte y el favoritismo hacia Nicaragua. 

Otro punto relevante es que si estamos hablando de distribución equitativa y la Corte insiste tanto en eso al haber corrido la línea media hacia el este para darle más aguas a Nicaragua, ¿Por qué entonces no se aplica este concepto para las islas?

Los derechos históricos raizales y la posesión histórica sobre tradicionales sitios de pesca se ignoraron completamente pero Colombia ahora tiene la oportunidad de instar a la Corte a tenerlos en cuenta en un futuro fallo. 

Lo anterior, junto con el tema del medio ambiente; son las cartas que le quedan a Colombia. Ya no para defender las aguas porque eso ya está perdido, pero sí para ver si la Corte saca otro fallo –de verdad– conciliatorio que facilite un acercamiento a Nicaragua con el señalamiento de aspectos digeribles para los raizales y el país, como el derecho de pesca en ‘Luna Verde’, entre otras cosas. 

Última actualización ( Sábado, 02 de Abril de 2016 11:57 )