La lección del mar Aral

Imprimir

Pero esta indiferencia tenaz ya empieza a mostrar las primeras consecuencias graves. Las terribles noticias de la semana que acaba de pasar que nos notifican de la desaparición del mar Aral, situado en Asia central, entre las fronteras de Kazajstán y Uzbekistán, y la posibilidad cierta de que en pocos años San Andrés y el sector de Bocagrande de Cartagena de Indias van a estar debajo del agua, lo corroboran.

Como ven, estamos pagando caro por lo que queremos hacer y por no hacer lo que debemos.

Lo peor de todo es que los líderes de las naciones y la ciudadanía en general seguimos postergando la determinación sensata de tomar cartas en el asunto, seria y firmemente. Nadie parece dispuesto hasta este momento a cambiar el rumbo. Prima el interés económico sobre la vida misma. Los gobiernos del mundo no dan su brazo a torcer a la hora de escoger entre abandonar las actuales prácticas de desarrollo insostenible y adaptar la economía universal a las nuevas condiciones ambientales que ha generado el depredador estilo de vida que adoptamos los seres humanos.

El lejano mar Aral se secó porque desviaron los ríos que le servían sus aguas y por la contaminación de las mismas con fertilizantes y pesticidas, entre otras cosas, según lo registró la NASA. Entre tanto, el sector de Bocagrande de Cartagena y la isla de San Andrés, se hundirán más adelante porque el nivel del mar aumentará terriblemente en el futuro cercano a causa del calentamiento global, según el ex director del IDEAM Ricardo Lozano (La República, 02/10/04).

Por la muerte del mar Aral nadie lloró, ni alzó su voz de protesta, ni salió a marchar, ni a tirar piedras, ni a quemar llantas, ni a poner barricadas en las calles, en fin, como si este acontecimiento no natural fuera un simple evento raro y no la tragedia que lamentar comparable, en términos ecológicos, a la que ocasionara el estallido de la bomba atómica. La posteridad está en veremos si esta es la actitud que vamos a continuar mostrando  frente las otras tragedias anunciadas esta semana última y las que vamos generando a medida que vamos dañando el planeta Tierra.

¿Aprenderemos los colombianos la lección del mar Aral? ¿Cuándo se tomarán las medidas necesarias para evitar el desastre anunciado en Cartagena y San Andrés? Ojalá no sea demasiado tarde cuando reaccionemos.

COLETILLA: "Hasta que caves un agujero, plantes un árbol, lo riegues y lo hagas sobrevivir, no has hecho nada. Sólo estás hablando". —Wangari Maathai.
Comentarios: @nadimar65