Los tiempos de la buseta

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Además porque consideré que la comunidad está en todo su derecho de reclamar por un buen servicio de transporte. Empero, pronto tuve que morigerar mi posición.

La causa fue una señora de edad, no tan avanzada, por cierto, que comentó: “estos muchachos no sufrieron los tiempos de la buseta”, dándome a entender que no tenían de lo que es un mal servicio de buses. Recuerdan ustedes cuánto se demoraba una buseta en la década de los 80 y 90 para llegar al centro desde el norte o el sur de la ciudad. Y cómo iba la gente de apretujada, igual o peor que en una lata de sardinas. Cuán viejos y contaminantes eran los automotores. Lo mal que estaba el 90% de la malla vial que recorrían. Pues, bien, esos sí eran verdaderos e indiscutibles motivos para protestar y exigir una mejor calidad en la prestación de dicho servicio, tanto a los conductores como a las empresas y al Estado.

Pero no pasó nada. Nadie se atrevió, yo diría que a nadie se le ocurrió, a tomarse una avenida, bloquearla con llantas ardiendo, y enfrentarse a la policía antimotines para exigir que le mejoraran el servicio. Por el contrario, quienes sí lo hicieron fueron los mismos transportadores y empresarios, vea usted.

Ellos realizaban, cada vez que les daba la gana, los famosos paros de buses para reclamar, entre otras cosas, alzas en los precios de los pasajes, susidios estatales, y menos controles a su parque automotor, a cambio de nada. Y lo peor, o vergonzoso, diría yo, es que conseguían todo lo que se proponían gracias a los gobernantes corruptos de entonces, quienes por saciar sus apetitos políticos y burocráticos cedían fácilmente a la presión en perjuicio de la ciudadanía en general.

Así que por eso pienso, después de analizar bien lo que dijo aquella señora, que le asiste mucha razón. Esta generación vehemente de la actualidad debería usar sus ímpetus en apoyar el Sistema Integrado de Transporte Público, SITP, al que se niegan ingresar, quien lo creyera, los mismos ‘buseteros’ de la guerra del centavo que se resisten al cambio. Este sistema nuevo ha demostrado que es bueno y gana todos los días elogios y más elogios de la comunidad nacional e internacional. Es al transporte público, monstruoso, viejo y achacoso, que aún persiste, al que se debe combatir.

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