Aislados

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3 Ines
Ubicados en pleno corazón del Mar Caribe, a  600 kilómetros de Cartagena de la Colombia continental;  a 240 kilómetros de las costas centroamericanas, compartiendo aguas y costumbres ancestrales con Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Panamá, Jamaica, Grand Cayman y Belice…


Compartiendo corrientes de aguas saladas, mensajes en botellas, vientos huracanados, cielos estrellados; lunas verdes, llenas y menguantes con todos los países de la gran Cuenca Caribe, que incluye las Antillas Menores, las Mayores y subiendo inclusive hasta la Florida de los Estados Unidos, introduciéndonos también en el Golfo de México.


Náufragos de cualquier parte del mundo, veleros destrozados y perdidos en altamar; marineros haitianos, portorriqueños, de Bahamas, Trinidad y Tobago  han estado por los siglos de los siglos en nuestro mar, en nuestras islas. Y es que en el mar no se pueden colocar mojones, ni paredes, ni mucho menos alambres de púas; porque simplemente el Creador así lo quiso.


Sin embargo…el que lo vive es el que lo siente. Nosotros los residentes de San Andrés Providencia y Santa Catalina para visitar tantos países que nos circundan tendríamos que ser multimillonarios y tener nuestros propios yates o aviones privados  porque esa es nuestra suerte y nuestro destino.


Un ejemplo irrisorio: para viajar a Cuba, Jamaica, Estados Unidos o mejor dicho a cualquier parte de estos países cercanos, antes tenemos que arribar por avión a Bogotá o a Panamá y luego esperar la conexión. Tampoco hay transporte de pasajeros vía marítima, rodeados de tanto mar.


Ni hablar de cómo adquirimos los alimentos, pues para los que no saben en estas islas no hay corrientes de agua dulce, ni tierras con ganado ni mucho menos grandes siembras de productos agrícolas. Lo poquito que se da es para consumo familiar, ni siquiera comercial. Por ende las verduras, frutas y carnes las traen del interior del país con los precios igual a como vienen: por los aires.


Actualmente hay dos de cuatro buques de cabotaje sirviendo con el transporte de materiales de construcción y alimentos no perecederos desde Cartagena; los otros dos están dañados. No se ha sentido la escasez porque estamos en baja temporada turística y seguro las tiendas aún tienen alimentos en sus bodegas.


¿Alguien puede creer que se consigue en Bogotá un Pargo Rojo fresco a mejor precio que en la isla? ¿Creen que estamos comiendo pescado de río importado desde Vietnam? ¿Sabían que en tiempos pasados sin problemas nos abastecíamos con productos alimenticios de Costa Rica y Nicaragua; y de víveres y enseres desde Panamá o Estados Unidos?


Definitivamente estamos cada vez más aislados.


El turismo después de la decadencia del Puerto Libre, ha sido la esperanza para sobrevivir pero está creciendo de manera desordenada. A pesar de los esfuerzos no se ha podido organizar. Cada uno va por su lado.


Además, venimos sobrellevando de una sobrepoblación creciente de personas y vehículos sin control en un espacio de 27 kilómetros cuadrados y ningún gobierno ha querido o podido tomar al toro por los cuernos. Ni Colombia, Nicaragua quieren esto.


Vivimos aislados en una isla abandonada. Con el agravante del inminente fallo del litigio de escritorios entre Bogotá y Managua en la Haya, que al parecer concluirá  con el vecino país llevándose lo único bueno que posee este Departamento en la esquina del meridiano  82 con el paralelo 15: langosta espinosa, caracol pala, buenos bancos de peces y además, hidrocarburos.