Felicidad (I)

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EDNA.RUEDEACuando me presenté a la entrevista para iniciar la especialización en psiquiatría, como era de esperarse hice un embrollo de lo que yo consideraba términos académicos, psiquiátricos y psicológicos para, inocentemente tratar de impresionar a mi interlocutor cuando me preguntó ¿por qué psiquiatría?

No es que no supiera porqué, era más bien que el concepto que flotaba en mi cerebro no acababa de cuajar. Hoy, las cosas empiezan a aclararse.

 

La búsqueda intelectual, moral, ética y emocional que me llevó de la medicina y la historia, al estudio de la psiquis del ser humano  -sea por demás decir, el objeto más complejo que la naturaleza ha provisto desde el big bang- me acerca cada día a un único fin: El estudio académico, fisiológico, filosófico y psicológico de la felicidad.

Tan intangible como pueda ser mi propósito, y sin la intensión de que entenderla signifique alcanzarla, He encontrado que todo aquello con lo que lleno mi capital ideativo, se resume y apunta a encontrar la definición de la felicidad.

A la tendencia que tiene la academia a clasificar y definir cada término, no escapa la psiquiatría. Existen textos interminables que separan las definiciones de amor, sentimiento, emoción, pasión, ansiedad, angustia; igual que separan las de idiota, imbécil y estúpido. Tornándose para el profesional de la mente, materia muy importante la escogencia de las palabras… y las palabras en sí.

Como en el primer caso, mucha retórica y bastante explicación fisiológica de las respuestas orgánicas ante el estimulo, no alcanzan para explicar las sensaciones, que despierta el otro cuando sonriendo nos hace feliz.

Sin la intensión de pensar que mi búsqueda ha terminado, me permito exponerles algunas de las conclusiones que hasta ahora se me presentan como irrefutables, sabiendo sin embargo que en nuevas lecturas podría encontrar la contradicción coherente a cada una.

La búsqueda de la felicidad es individual. Creo que la generalización de los logros que constituyen la felicidad son al final las causas de la frustración, cuando no se encuentran completos y ordenados como ítems de una lista. La felicidad para cada uno, es tan íntima como la posición para dormir. Y las reglas para cumplirla han sido definidas tan antiguamente y en todas las culturas que resumen todas las constituciones políticas y libros sagrados: no hacer daño intencionalmente a nadie.

La respuesta más oportuna seria: si esto o aquello lo hace feliz, y no daña, hágalo. La felicidad involucra a otros pero no depende de ellos.

Aquí es importante aclarar que la felicidad no tiene sinónimos, no vale confundirla con el placer: corto y dependiente de los sentidos, con el gozo, la alegría, el júbilo la satisfacción: todas sensaciones cortas que necesitan de objetivos cercanos y sin prospección. Agradables igual, pero no comparables con la felicidad.

La felicidad es difícil de evaluar en tiempo presente: en cuanto la felicidad es un continuo camino que se elige a diario, y no un único objetivo final, es mucho más probable que se vea hacia atrás y se evalúe la faena y no solo los resultados. En este sentido, la felicidad no es medible, pero guarda su estatus de real, en cuanto se pueden medir sus efectos. Todos podemos diferenciar lo que sucede cuando trabajamos con una persona feliz, y cuando lo hacemos con quien nada entre frustraciones.

Cuantitativamente, muchos estudios demuestran que trabajadores mas “felices” son más productivos, menos distraídos, y consecuentemente sufren menos accidentes y son más sanos.

La felicidad no solo es perfección: Otro grupo de personas, evalúan la felicidad desde la perfección de las circunstancias. La perfección nos es intangible, pues los sentidos que poseemos no son perfectos y no pueden percibir la perfección, incluso cuando se nos presenta, en el caso de que se nos hubiese presentado alguna vez.

Me explico. Mi visión no es superpoderosa, así que cuando veo una flor, no la veo perfecta porque no soy capaz de percibirla totalmente, no veo sus ondas de calor, ni su radioactividad, ni sus etapas previas, o su futuro; puedo pensar que no es perfecta, pero es más bien que yo no lo puedo ver. Es posible entonces que la perfección exista, pero como nosotros no lo somos, lo que es menos probable es que pasemos la vida nadando entre algodones y billetes ganadores de la lotería.

La felicidad es voluntaria. La felicidad como dijimos antes es evaluada en retrospectiva, con los sentidos imperfectos que tenemos, con la memoria imperfecta que tenemos y con la carga emocional que decidamos tener. Lo que quiero decir, es que las circunstancias son eso solo: circunstancias, nuestra es la evaluación. Nuestro es el enfoque que santifica o sataniza: por eso unos son felices porque encuentran en su limitación física la causa de su repunte, y otros deciden verla como un impedimento para volar.

Los seres humanos somos animales frágiles, enfermizos, débiles ante los depredadores, y al mismo tiempo somos la única especie habitando los siete continentes, en el aire, en el agua, en el espacio, en el subsuelo… Cuando se piensa en eso con detenimiento, no parece imposible pasar un curso, terminar un tratamiento, caminar un camino: de todas las propuestas espirituales de estos últimos 10.000 años se extrae una conclusión que me anima en la búsqueda: La felicidad es posible.

Última actualización ( Sábado, 10 de Marzo de 2012 05:14 )