Intuiciones de SAI Apóstol

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SANABRIA.OBISPO.jpgLa intuición es una característica de las personas visionarias, es decir, de quienes tienen la capacidad de mirar en profundidad el presente y saber adelantarse al futuro, para lo cual ayuda enormemente conocer el plan de Dios para la humanidad y conocer a profundidad la realidad en que nos movemos. Para intuir más claramente se necesita también la sensibilidad de una madre, que presiente y prevé el paso a paso de sus hijos.

Al celebrar la fiesta del apóstol San Andrés, a cuyo patrocinio está encomendado nuestro Archipiélago, quiero destacar de su vida algunas intuiciones, que han de servir para iluminar y alentar a nuestras islas en medio de las realidades en que se mezclan luces y penumbras.

1. La intuición de la Unidad

La intuición también se aprende. Su padre Jonás, –llamado así en algunas tradiciones– era pescador sencillo, a su hijo Pedro le puso ese nombre, tomándolo del arameo; y a Andrés, hermano menor, le puso ese nombre tomado del griego. No es un dato simple. ¿No era su Jonás un hombre visionario y de mentalidad abierta, que visualizaba desde entonces la unidad universal? ¿Acaso no soñaba con la unidad de los pueblos? ¿A caso esperaba que sus hijos fueran instrumentos de unidad y de fraternidad de los pueblos? Difícil afirmarlo categóricamente, pero injusto también descalificarlo olímpicamente.

Lo cierto es que estos dos discípulos son símbolo de la unidad. Roma terminará siendo será la sede de Pedro y Constantinopla la sede misionera de Andrés. Posteriormente serán cada ciudad y cada apóstol signo, el uno de la iglesia de Occidente, de la cual recibimos nosotros la fe, y el otro, de la iglesia de Oriente de gran riqueza espiritual. Esa historia y esa intuición de la unidad continúa siendo un desafío en nuestros días.

Hoy es el Papa Francisco quien representa a Pedro, y el Patriarca Bartolomé que es continuador de la evangelización en Constantinopla, quienes, con motivo del inicio del pontificado de Francisco, se fundieron en un abrazo inspirado en la fraternidad original de San Pedro y San Andrés.

Pero la intuición va más allá del campo espiritual e implica la vida social de los pueblos. En nuestras Islas convergen culturas distintas, variadas tradiciones religiosas. La intuición de la unidad cobra siempre gran actualidad. La unidad es siempre una tarea, es un gran desafío. Vivir como hermanos debe ser un propósito de quienes compartimos este territorio. Aunque se mezcle lo multicultural y lo plurirreligioso, debe sobreponerse siempre la fraternidad. La unidad del archipiélago es tarea de todos y es un propósito de primer orden.

Necesitamos trabajar en unidad de propósitos y erradicar los intereses grupistas. Tenemos que buscar los puntos que nos unen, en vez de hacer herida en los puntos que sangran. Tenemos que bajarle a la soberbia y subirle a la humildad. Tenemos que buscar ser más hermanos en vez de buscar rivalizar. Tenemos que trabajar más en aquello que es el común denominador de todos: que somos seres humanos y somos hermanos.

Sobre la base de la fraternidad se pueden construir pueblos progresistas. Sobre el respeto a cada persona se puede sostener una sociedad más humana, justa e igualitaria.

2. La intuición de que todo lo bueno comienza en Jesucristo

San Andrés, aunque era discípulo de Juan el Bautista, cuando oyó hablar del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, lo siguió para siempre, porque intuyó que allí había alguien que era más que el Bautista. Andrés es otro Andrés desde cuando conoció a Jesús. Nuestro apóstol, de hecho, fue el primero de los 12 en ser llamado. Todo lo bueno comienza en Jesucristo.

Queridas autoridades, y querido pueblo isleño, tenemos poner en el centro de la vida personal a Jesucristo. Cuando él hace parte fundamental de nuestra vida, avanzamos buscando el bien; si Jesús desaparece o lo tenemos como un adorno o como una máscara, el mal arrebata nuestro corazón y nuestras acciones.

Ante un mundo que se descristianiza, en el que crece la increencia, tenemos que inspirarnos en Andrés, el primer apóstol e intuir que Jesús, además de ser el hijo del carpintero, es el Hijo del Hombre, venido para salvar a la humanidad. En él tenemos que poner nuestro corazón, nuestras ilusiones y entregarle nuestras energías para unirnos a su proyecto de salvación para la humanidad.

Pero no es suficiente que esté en el corazón de las personas, es necesario que Jesucristo esté en el corazón del pueblo isleño, en el corazón del archipiélago. Para esto es importante promover la espiritualidad centrada en Jesucristo que es el mayor punto de encuentro de la fe de nuestro pueblo. Es decisivo cultivar los valores del evangelio, también en las instituciones educativas y ponerlo así en las nuevas generaciones, porque todo lo bueno comienza en Jesucristo. “Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás”, (Rom 10. 9).

3. Intuición de la Valentía, para transformar el mundo

Nuestro patrono es el primer valiente que se arriesgó a seguir a Jesucristo, el primero que le apostó a Jesucristo y a su propuesta de un reino distinto, un reino de paz y justicia para todos. Se necesita valentía para hacer el bien; es fácil encerrarse cobardemente y huir de los sueños de un mundo distinto. Es fácil huir de las responsabilidades; es fácil ausentarse del compromiso. Es fácil ser cobarde.

El mundo requiere de valientes. Solo los valientes dejan huella significativa. Solo los valientes se ponen al frente y exponen su vida por causas nobles. Solo los valientes gastan su vida en cosas significativas y en el bien de sus pueblos.

Solo los valientes asumen la cruz. Solo los valientes se martirizan, se sacrifican a sí mismos para proteger a su pueblo; lo cobardes martirizan a los pueblos utilizándolos con escudos humanos, como carne de cañón. Lo valientes infunden valentía en su pueblo y hacen que se superen las tragedias y dificultades que se presentan. Los valientes se ponen al frente de todo; los valientes trazan senderos de progreso.

4. Intuición de la Solidaridad, como remedio al hambre

Cuando Jesús realiza el milagro de la multiplicación de los panes, es Andrés quien intuye lo que Jesús quiere; por eso inmediatamente hace notar que aquí hay un joven que tiene cinco panes y dos peces (Cfr Mt 15, 32 – 37). Captó Andrés que la solidaridad es el comienzo de los grandes milagros. Entendió que compartir lo que se tiene, así sea poco, es el comienzo de una realidad donde hay pan en abundancia para todos.

Los grandes milagros comienzan cuando pensamos en los que tienen hambre. La solidaridad con los menos favorecidos es la carta de presentación de los buenos gobiernos; el acaparamiento y la búsqueda de intereses mezquinos, es la firma de los peores gobiernos. Tenemos que vivir atentos al compartir y a la solidaridad. La justicia con los pobres es obligación de los dirigentes.

Qué bueno que aprendamos a vivir buscando panes y peces para los que tienen hambre. Que no quitemos el pan y los peces de la mesa de los pobres, pues sería un crimen que clama al cielo.

Apóstol san Andrés, ayúdanos a trabajar por la unidad en nuestras islas; unidad que brota de Jesucristo quien nos une y de quien brota todo lo bueno; danos valentía para enfrentar los desafíos de la hora presente, y danos un corazón solidario que descubra las necesidades de los hermanos pobres y alargue sus manos para llevarles el pan y todo lo que necesitan para vivir dignamente.

*Vicario Apostólico de San Andrés y Providencia

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.

Última actualización ( Jueves, 02 de Diciembre de 2021 11:31 )