Díganle al mundo que yo estoy aquí...

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En víspera de Navidad, el director del hospital de niños de Managua, Fernando Silva se quedó trabajando en el centro médico hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes de Navidad cuando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar la noche buena. Hizo un último recorrido por las salas del hospital; vio que todo quedaba en orden y decidió salir.

A un cierto momento sintió que unos pasos lo seguían; eran unos pequeños pasos suaves, casi de algodón. Se volvió y descubrió que uno de los niños enfermos caminaba detrás de él, en la penumbra. Lo reconoció; era un niño que no tenía padres, ni parientes, ni amigos que los vinieran a visitar. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que casi pedían disculpas por existir. Se acercó y el niño le rozó con la mano y le susurró: "Dígale a alguien que yo estoy aquí".

Es una historia muy triste para este día, pero yo la quiero transformar en la historia más esperanzadora al comenzar el nuevo año. Qué tal si en ese niño sin padres, ni parientes, ni amigos, descubrimos a Jesús que nos susurra este 31 de diciembre, y al inicio de un nuevo año y dice: “Dígale al mundo que yo estoy aquí”.

Esta es una gran noticia para nosotros hoy cuando terminamos un año complicado. La inestabilidad nos mata. El vértigo, enfermedad muy común, es un trastorno que afecta el equilibrio; todo parece caerse, y quien la sufre vive una sensación permanente de inestabilidad, como de una eterna borrachera, y muchas veces sufre por los golpes. Es la misma sensación que hemos vivido todos en este año 2020 en medio de la pandemia, y las tragedias naturales.

Sufrimos ‘vértigo laboral’, y muchos han perdido el trabajo o el negocio; ‘vértigo emocional’, que ha hecho que muchas personas pierdan la alegría y la paz interior, causando desequilibrios fuertes en la personalidad. ‘Vértigo espiritual’, tratando de encontrar respuestas a los desafíos que presenta el mundo, y quedando muchas personas afectadas en sus creencias; ‘vértigo familiar’, para quienes están soportando la convivencia familiar como una carga superior a sus fuerzas. También es cierto que otros cuantos han logrado estabilizarse. Pero hay en el ambiente una sensación de ‘vértigo social’, porque no se sabe qué va a pasar de aquí en adelante.

En esta situación necesitamos agarrarnos de algo que sea firme, que permanezca, que nos dé estabilidad y seguridad. “Díganle al mundo que yo estoy aquí”. Hay alguien que permanece, y es Cristo, El Mesías. Aferrados a él podemos superar las situaciones de inestabilidad y de mareo. En estos últimos tiempos Dios nos está hablando por el Hijo: “la Palabra verdadera, que alumbra a todo hombre”.

“Díganle al mundo que yo estoy aquí”. Jesucristo es la palabra verdadera, la única verdad, la roca que nos sostiene, y que nos alumbra a todo hombre. Jesucristo se metió en el tiempo y en el espacio, vivió con nosotros este año difícil, puso su morada entre nosotros, ha vivido con nosotros, su misión es para nosotros y por nosotros seguirá luchando hombro a hombro, a nuestro lado, para enfrentar los desafíos del año nuevo.

Cuando nos disponemos a comenzar un nuevo año, dejémonos hablar al oído, permitamos que ese niño nos tome de la mano, y guardemos en nuestro corazón esas palabras que tanto deben alentarnos: “Díganle al mundo que yo estoy aquí”.

* Obispo de San Andrés y Providencia

Última actualización ( Viernes, 01 de Enero de 2021 07:20 )