El macho golpeador

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DERRICK03.jpgLa historia empieza como muchas otras de violencia intrafamiliar. Mezclando dosis de juventud, inseguridad y baja autoestima. Ese momento en la vida donde la vulnerabilidad es evidente y hace a una mujer la victima perfecta para un estafador emocional.

Luego continúan otras señales imperceptibles, sogas al cuello que aprietan lo suficiente para tener a la mujer atada a su lado, pero sin asfixiarla, al menos al principio.

Al poco tiempo el macho golpeador inicia un exhaustivo trabajo psicológico haciendo sentir a su víctima afortunada de tenerlo a su lado porque es él quien le brinda protección y amor. Por eso la primera vez que le pegó ella sintió que se lo merecía. Igual que le creyó sus lágrimas de cocodrilo manifestando arrepentimiento y que no volvería a suceder.

Luego vinieron los hijos, todos diversos pero el maltrato continuó subiendo de nivel. Un día ella llegó del trabajo y él le exigió dinero ella no se lo pudo dar porque no lo tenía. Él le propinó un puñetazo que le estampó la cabeza contra la pared. ‘Mira lo que me has hecho hacer”. Todavía en shock él le hizo el amor. Fue la primera vez que la violó, aunque ella tardó años en darse cuenta de que así había sido.

El desprecio aumentó y la mujer decidió dejarlo. Al principio fue difícil, pero al poco tiempo ella obtuvo su independencia económica y emocional, ahora le rendía más el dinero, no tenía que mantener a un macho golpeador. Era la dueña de su propio destino y creó las reglas de juego a su medida. Pudo darles a sus hijos educación, bienestar y salud de la más alta calidad. Ahora son una familia próspera.

Esta historia del macho golpeador se asemeja a la realidad que vive el Departamento Archipiélago. El Gobierno Nacional desde siempre ha prometido protección, salud, educación y bienestar a los habitantes de las islas, pero nunca ha cumplido. Por el contrario, luego de endulzar el oído y jurar amor eterno nos pega un puñetazo y tira algunas migajas para después clavarnos más impuestos, tratándonos con mayor desprecio, indiferencia y abandono.

Somos como aquella mujer violentada que pensaba que le hacían el amor después que su marido le propinara una golpiza, pero realmente era una violación y aun no nos damos cuenta. Vivimos en un constante abuso y maltrato generado por la falta de voluntad política para controlar la sobrepoblación, la corrupción, la miseria, el abandono a los empresarios, sin salud, sin educación, sin ser escuchados y sin futuro.

Somos un territorio distinto al continente por nuestra condición de insularidad. Los constantes clamores de la comunidad en general pidiendo se otorgue un trato diferenciado, descentralizado y leyes adaptadas a nuestra realidad han sido ignoradas siempre.

Un Estado que entiende como soberanía violar las leyes locales de inmigración importando en una isla pacífica y sobrepoblada a desmovilizados de las autodefensas y de la guerrilla bajo el criterio de ser territorio nacional es un Gobierno golpeador y violador.

Esta política invasiva trajo a las islas violencia, extorción y narcotráfico como nunca se había visto. La solución del Gobierno Nacional a este problema fue aumentar el pie de fuerza, traer más policías y militares. Un escenario fríamente calculado para la creación de un conflicto en un territorio de paz. La estrategia maquiavélica perfecta para justificar el aumento de soldados y policías y así asegurar el control de la población y el territorio a través del control policivo.

Otra muestra de amor incondicional y soberano es la Superintendencia de Industria y Comercio que ignora la realidad de un territorio bilingüe e impone sanciones a los comerciantes por vender productos con empaques mercadeados en inglés. A esto sumémosle al Invima que cierran establecimientos ignorando nuestras limitaciones.

La DIAN con sus elevados impuestos e impagables multas por normas absurdas que no aplican a la realidad del territorio. Todas estas instituciones nos asfixian y no permiten prosperar a los empresarios locales.

Como aquella mujer que se cansó de los abusos y se independizó esta época de pandemia es un buen momento para reflexionar y repensar hacia donde queremos llegar como sociedad y me refiero a todos los habitantes del Archipiélago bajo el precepto de la inclusión. Hoy día somos una comunidad multicultural y más importante aún: conformada por seres humanos.

Ser los dueños de nuestro destino económico, político y social es nuestra responsabilidad. Una mayor independencia del Archipiélago es un tema álgido del que nadie quiere hablar por temor a represalías y encasillamientos. Pero probablemente llegó la hora de debatirlo sin pasiones, ni divisiones, pero con argumentos sólidos y buscando la unión entre todos los habitantes de las islas. Tenemos que superar las predisposiciones entre Raizales y Continentales y pensar como un núcleo familiar unido. Al final estamos todos en el mismo barco y se está hundiendo.

La primera vez que el Gobierno Nacional le prestó atención al Archipiélago fue el 3 de noviembre de 1903 cuando el Gobierno de los Estados Unidos le propuso a los Raizales independizarse de Colombia junto con Panamá. El pueblo Raizal de aquel entonces en un acto de lealtad y confianza decidió quedarse con Colombia. Panamá ya había tenido siete intentos de independencia de Colombia por las mismas razones que tiene San Andrés. Un abandono total y no ser escuchados.

La última vez que el Gobierno colombiano mostró interés en el Archipiélago fue el 19 de noviembre del 2012 cuando el fallo de La Haya le concedió a Nicaragua 75.000 KM de nuestro mar. Un mar que el Gobierno de Colombia no supo defender con entereza. Aun nos duele.

A la hora de compensar el daño se hicieron muchas promesas por parte del Gobierno Nacional que no ha cumplido. La responsabilidad también recae sobre el Gobierno Departamental de la época en cabeza de la exgobernadora Aury Guerrero y su sucesor Ronald Housni. No tuvieron visión ni entendieron la responsabilidad y oportunidad histórica de obtener una mayor autonomía, educación, salud, control sobre el territorio y así generar bienestar y prosperidad económica para el Archipiélago. Su interés fue personal mas no colectivo.

El primer paso hacia una independencia por la vía democrática es organizarnos y convocar a un referéndum; se trata de un procedimiento para tomar decisiones por el cual las personas aptas para votar en las Islas (continentales y raizales) ejercen el derecho de sufragio para decidir si están a favor o en contra de una independencia y qué tipo de independencia prefieren. Al igual que la mujer abusada de la historia al principio será difícil, pero con creatividad y diversificando la economía, se puede salir adelante.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresen.

 

Última actualización ( Domingo, 30 de Agosto de 2020 09:07 )