Lisandro Meza el Rey sin Corona

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El anónimo vendedor de pescado fresco de Gambote, nunca pensó que mientras el afanosamente pedía unas tapas para guardar del polvo y del sol su producto, por la ventanilla del bus de los músicos, los ojos y oídos de Lisandro Meza accionaban toda su capacidad de músico, compositor y maestro de la música costeña.

Entre Gambote y su natal Palmitos la canción terminó de componerse y como parrandero que se respete, apenas llegaron al pueblo la estrenaron, no sin antes habérsela cantado al oído a su mujer, la famosa niña Luz. Esa misma que en los últimos treinta años lo había esperado soñándolo y despierta cada vez que Lisandro cumplía con un compromiso musical.

La Niña Luz

Era tanta la devoción de Lisandro  por su esposa que parte de la plata ganada con los Corraleros de Majagual, la invirtió en una tienda granero que inmortalizó con el nombre de ella: Tienda Granero La Niña Luz. Y no contento con tan sin igual distinción llego a bautizar a su conjunto, no como ‘Lisandro Meza y sus Muchachos’, sino como ‘Los Hijos de la Niña Luz’, la madrina de sus tapas.

Lisandro Meza se había convertido en el eterno segundo puesto de todos los festivales vallenatos en los que había participado, ganándose el simbólico remoquete del ‘Rey sin Corona’.

Fecundo compositor

Radio Libertad de Barranquilla ponía a sonar desde las cinco de la mañana una popular canción llamada ‘La Fiebre de María Almansa’, donde Lisandro Mesa relataba la historia de una hermosa sabanera agobiada por el mal de amor que ella causaba entre sus pretendientes. Al conocerla quedaban tan prendados de su belleza, que se enfermaban con fiebre de sexo al punto de llegar a perder de tal manera la razón, que terminaban haciéndole altares y venerándola como la reina del amor de los cinco dedos.

El padre de  mi amigo Eduardo Lunazzi -en una visita que hizo a Colombia- me pidió que le grabara una canción interpretada por Diomedes Díaz, esa que dice, “que por haber amanecido en la calle no puedo entrar a mi casa hoy”, la misma que pide en un acto de justicia por la buena salud matrimonial que: “esa ropa se lava y yo quedo lo mismo”.

El viejo, mi querido viejo, partiría a la eternidad sin saber que el compositor de esa canción y tantas otras más, era Lisandro Meza, el marido de La niña Luz, uno de los hijos queridos de la famosa plaza de Majagual en Sincelejo.

Al mismo que lo mataba el guayabo cuando había fiesta en su pueblo y no podía ir, el mismo que no necesitaba haber nacido en el Valle para ser respetado por la historia.

Sin embargo –insisto- Lisandro nunca pudo ganar un Festival de la Leyenda Vallenata.

Paradójicamente el compositor Víctor Camerillo le entregaría una canción, joya inmortal de la música colombiana, en donde se describe la historia del día en que los indios derrotaron a los españoles envenenando el agua de uno de sus ríos, historia que dio paso a todo un acerbo cultural literario casi mágico, de la historia del festival. La canción se llama: ‘La Leyenda vallenata’.

Campeón mundial

Los que hemos tenido la oportunidad de conocer a Lisandro Meza en persona sabemos que es un hombre de baja estatura, pero con las manos más poderosas que un acordeonero ha podido tener, al punto que sus amigos lo llaman ‘Mano de Pilón’.

Alguien dijo que Lisandro Meza con esas manos hubiera podido ser tranquilamente campeón mundial de boxeo, yo le respondería que ya lo es. Porque Lisandro Meza, logró noquear la indiferencia y la pobreza, para lograr la gloria eterna.

Última actualización ( Sábado, 21 de Mayo de 2011 08:52 )