La película de la disciplina colectiva

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NADINEl presidente Iván Duque dijo esta semana que se requerirá de "más disciplina colectiva" para esta nueva etapa de la cuarentena, que irá hasta el 30 de junio. Eso en un país como el nuestro no es como soplar e inflar botellas.

Son muchos los colombianos de la denominada "población vulnerable" que durante el tiempo que lleva el aislamiento social obligatorio han desafiado las normas e ignorado los protocolos establecidos para contener la pandemia, en una clara demostración de la poca conciencia colectiva que se posee.

Lo hemos visto por doquier. En Barranquilla, después del primer aguacero un numeroso grupo de muchachos se lanzó al arroyo en pantaloneta desafiando las endemoniadas fuerzas de la corriente y a la Covid-19. En una esquina de Soledad (Atlántico) otros probaron suerte con peleas de gallo en una esquina de barrio y los concurrentes fueron filmados gritando y alentando a sus gallos y haciendo apuestas. En Cartagena, las riñas callejeras entre menores de edad rodeadas de una multitud morbosa rompiendo los protocolos sanitarios han dado bastante que hablar, entre otros eventos de índole similar. En San Andrés, muchos isleños no han visto ningún problema en ponerse a jugar fútbol en la cancha de su sector sin considerar el riesgo de contagio. En fin, la lista de casos como estos es tan larga que no alcanzaría este espacio para citarlos todos.

Esto nos dice que simplemente confiando en el sentimiento de la solidaridad, no es posible basar la gobernanza que garantice una respuesta conjunta y positiva de todos los colombianos, tan diversos culturalmente, en una emergencia como esta. Y no es para menos. La cuarentena ha sacado a relucir las enormes deficiencias que acusa la formación de estos compatriotas en materia de convivencia ordenada y sentido de pertenencia a la comunidad local. La mayoría de quienes han participado en el desorden visto son personas de los barrios marginales de nuestros pueblos y ciudades, que no tuvieron las oportunidades de estudiar por completo la primaria o el bachillerato, en algunos casos, y en otros, son parte del grueso número de trabajadores informales que se quedaron sin educación y ahora sin ingresos o son recién desempleados a causa de la quiebra de las empresas donde laboraban.

Lo otro es que para que haya más disciplina colectiva es imperativo que los colombianos de esa "población vulnerable" no se queden sin medios de subsistencia. Sin duda esto es un problema que crece a medida que pasa el tiempo. Los mercados que tenían como propósito garantizar la seguridad alimentaria de estas personas, no están llegando a sus destinatarios o han sido capturados por las fauces de los corruptos. Ya la Unidad de Fiscales Delegados ante la Corte Suprema de Justicia citó a interrogatorio en calidad de indiciado al gobernador de San Andrés y Providencia, Everth Hawkins, por conductas penales atinentes a la corrupción.

De manera que sin formación que desarrolle sus aptitudes para la convivencia y el sentido de pertenencia, sin educación formal, sin conciencia de la higiene, sin pan en la mesa, sin ingresos, sin posibilidades de trabajo informal o formal, es lógico que se vea afectada la comprensión plena de lo que está pasando. No se le puede pedir peras al olmo. Por ende es casi imposible que la población pueda acatar plenamente las medidas de aislamiento social obligatorio. Sin la noción de autorregulación interpersonal (uno de los fundamentos de la cultura ciudadana) los brotes de indisciplina social continuarán en las zonas del país donde la cuarentena no es entendida a cabalidad e influirá sobremanera en las expectativas de control de la expansión de la enfermedad.

Esto sirve como lupa para observar de nuevo el craso error en que han incurrido nuestros gobernantes al "despreciar" los programas de cultura ciudadana como prioridad y como camino (salvo algunos intentos) para lograr una conciencia colectiva y vigorizar el sentido de pertenencia a la comunidad en todos los ciudadanos.

Para completar, muchos gobernadores y alcaldes han estado más dispuestos a echarle la culpa a la gente de la indisciplina que a abrir más canales de diálogo con los más afectados y estar prestos a atender sus demandas. Se han vuelto ‘regañones’, denotando cierto autoritarismo, cuando lo más apropiado en estos momentos es redoblar esfuerzos para crear conciencia social acerca del momento histórico que estamos viviendo. Su liderazgo y empatía ha brillado por su ausencia.

Ojalá el sistema de salud del país esté preparado. Porque si la lógica se cumple, tal como lo ha dicho el epidemiólogo sueco Johan Giesecke, en el sentido de que "todas las personas tarde o temprano estarán expuestas al SARS-CoV-2 y la mayoría se infectarán, es muy poco probable que en Colombia se pueda detener la propagación del virus en junio (cuando se prevé el pico más alto de la pandemia), de continuar el descontrol social en nuestros pueblos y ciudades. Un panorama así tentaría al gobierno nacional a redoblar las acciones policivas para controlar a la población. Y a estas alturas de la vida la paciencia de la gente está prácticamente colmada.

Sumativo.- La conferencista británica, Laurie Buchanan, sostiene que "lo que sea que no estés cambiando, estás eligiendo".

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresen.

Última actualización ( Sábado, 23 de Mayo de 2020 08:59 )