Educar para participar

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La ONU estableció en 2007 el 15 de septiembre como el Día Internacional de la Democracia, “oportunidad para recordar que la democracia se ha de centrar en las personas”. La democracia se fundamenta en la inclusión, la igualdad de trato y la participación, y es condición fundamental para la paz, el desarrollo sostenible y los derechos humanos.

Que quede claro que democracia no es autocracia o dictadura; tampoco, oligarquía ni la “regla de la mayoría”, si eso significa que los intereses de las minorías son ignorados por completo. La democracia, al menos en teoría, es el gobierno en nombre de todo el pueblo, de acuerdo con su “voluntad”.

La participación democrática para Roger Hart, profesor de la Universidad de Ciudad de Nueva York y Codirector del Grupo de Investigación de Ambientes Infantiles, se debe entender como “la capacidad para expresar decisiones que sean reconocidas por el entorno social y que afectan a la vida propia y/o a la vida de la comunidad en la que uno vive”; describe, además, los distintos niveles y tipos de participación en su famosa Escalera de la Participación que van desde el primer peldaño o Participación "manipulada", (la persona es utilizada para realizar acciones que no entiende y que responde totalmente a intereses ajenos a los suyos; por ejemplo, en las campañas políticas que usan a la población llevando pancartas y gritando entusiasmada, sólo para recibir a cambio una recompensa) hasta el peldaño 8, o “Participación en acciones pensadas por la propia población y que han sido compartidas con agentes externos de desarrollo".

A este ciudadano participante, Hart lo llama “ciudadano activo” y lo define como “ser seguro, confiado, reflexivo, pensante, considerado, conocedor y responsable”, lo cual exige el desarrollo de ciertas habilidades. No es solo la transmisión de saberes lo que necesita el niño para que sea ciudadano activo, requiere que se le inculquen, afiancen y refuercen los valores que le permitan tener una alta y efectiva autoestima, convivir sana y exitosamente con los demás y respetando el medio que lo rodea, una solidaridad a toda prueba, ojalá afincada en la Fe, que le permita asumir como propia la necesidad del otro. Y esto solo se consigue con una Educación sólida impartida en el hogar y continuada sin excusa por el Maestro en la Escuela.

Es decir, se debe educar para ser ciudadano activo y para ser ciudadano activo se requiere educación. Y es a esto y no a otra cosa a lo que se refiere la Ley 115 cuando estipula como uno de los fines de la Educación en Colombia “La formación para facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación”.

Solo así y no de otra forma se creará en el niño el compromiso de una verdadera participación en la vida de la comunidad y del país al que pertenece. Y el Día de la Democracia es un buen pretexto para exigir “a todos los gobiernos respetar el derecho de sus ciudadanos a una participación activa, sustantiva y significativa en la democracia” y a la Escuela formar en valores a sus pupilos.

Es claro que la democracia, como vía de doble sentido, implica un diálogo e interlocución entre el ciudadano y la dirigencia política y debe influenciar verdaderamente las decisiones que se tomen, constituyendo las bases de todo buen gobierno. Para ello, el ciudadano debe poseer una formación excelente en todos los aspectos de modo que sea capaz de exponer sus puntos de vista con argumentos, respetando los del contradictor y esperando ser escuchado por quien debe hacerlo. También implica que debe tener un conocimiento de ciudad, valores estos que solo pueden ser adquiridos, afianzados y reforzados en la Escuela.

Bien es sabido que ciudadanos de estas calidades en nuestro país no son de buen recibo en las estructuras de poder y cada día son mucho más frecuentes las dificultades y obstáculos para ejercer el derecho a una ciudadanía de participación y los defensores de la comunidad son blanco y presa fácil de los obstinados en permanecer y no cambiar. En este calvario, son las mujeres las más golpeadas

COLETILLA. Con paro de 24 horas el magisterio vuelve a dejar sin clases a los niños de las Escuelas Públicas. Sus exigencias parecen justas, pero ¿cerrar la Escuela es la única manera de protestar y exigir?