El creole abre caminos (al andar)

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Los beneficios mutuos, deberían inspirar a las autoridades a darle mayor impulso al bilingüismo y al trilingüismo.

Este fortalecimiento va acorde con desarrollos legales y tendencias mundiales en relación a los derechos humanos y compromisos gubernamentales que obligan a asegurar la supervivencia de comunidades étnicas con todo y su componente lingüístico que define una cultura que la ha creado.

Es también resultado de iniciativas propias de estos grupos como resistencia a las presiones de asimilación y homogeneización de las fuerzas de globalización. Optan por reforzar su identidad en respuesta al cambio y a la absorción cultural que ocurre de manera constante.

Al lado del idioma, que identifica, afirma y apuntala lo étnico, otros aspectos de extrema importancia por su valor inherente en la conservación y fortalecimiento de lo étnico son la memoria histórica y la conservación del patrimonio. De allí que no se pueden descuidar.

Por todo ello nuestro creole se ha convertido en símbolo de la recuperación étnica y ha pasado de ser víctima de la asimilación cultural a ser uno de los artífices del renacimiento cultural raizal, que vemos plasmado en su mayor uso, paralelamente con el del inglés estándar, en medios sociales, en la televisión local y en algunos programas oficiales, aunque aún mucho menos de lo deseado.

Debilidad institucional

Pero todo puede ser amenazado por varios factores. La discriminación contra el creole está aún latente, por la preferencia del uso del español y del inglés estándar.

El cambio en la composición poblacional de San Andrés y las políticas de asimilación propiciaron un rechazo a su uso, incluso entre raizales mismos, desde hace unos 120 años, y un duro golpe fue propinado por la preponderancia del español y del inglés estándar para sobrevivir en el mercado laboral del Puerto Libre.

Por otro lado, su reconocimiento, respeto, respaldo y uso institucional es aún muy débil. Se requiere llevar del papel a la realidad más compromisos instituciones adquiridos y obligaciones legales dictadas (como las de tutelas y la Ley 47 de 1993).

El punto más crítico de este débil respaldo institucional es que aún no se le ha dado el tratamiento de lengua oficial en las islas como ordena la Constitución y las leyes, a la par con el español.

Le afecta también la asimilación de aspectos del español, algo que lingüistas ortodoxos ven como un elemento de debilidad y fragilidad, pero otros como natural por cuanto nuestro creole -y el de todos- siempre está en constante desarrollo y evolución y su naturaleza flexible y tolerante permite cambios y adiciones.

¿Debilidad interna?

De allí el origen de un grave dilema de nuestro creole, que limita su permanencia y lo hace susceptible de cambios en el tiempo pero a la vez es algo intrínseco a su naturaleza: no es una lengua de tradición escrita y si se hace es de manera informal y no hay una forma única de hacerlo. Se le ha codificado en el mundo académico pero su uso no es generalizado.

Por ello se generan dificultades en leer la biblia traducida al creole, que usa el inglés estándar como lo dicta la lógica, pero en la práctica podría incluso ser más fácil si se hubiera usado el español, lengua a la cual la gran mayoría de raizales estamos sintonizados al momento de leer algo.

Las lenguas creole como la nuestra nacen y se desarrollan durante un período de encuentros de personas de culturas y orígenes diversos en torno a un proyecto de comunidad que genera una necesidad de comunicarse.

Al principio se toma el léxico, deformado y simplificado, de la lengua impuesta pero se usa una sintaxis propia de lenguas indígenas (en nuestro caso africanas) y otras con que hace contacto en el tiempo, como el español.

Nuestro creole tiene como base un inglés colonial que mantiene una estructura fijada por un período de tiempo y por los inmigrantes británicos y jamaiquinos que la enriquecieron con sus acentos y expresiones, a las que se agregan las lenguas africanas y una fuerte influencia del español desde los últimos 120 años. El término ‘paña’ es un aporte del español.

Ese contacto con el español le hizo sufrir un intenso período de adaptaciones y cambios que se aceleraron con el Puerto Libre. Al final mantuvo su centro de gravedad alrededor del inglés pero incorporó elementos nuevos como estrategia de supervivencia y para llenar del español vacíos que quedaron al haber cortado contacto histórico con el inglés caribeño que le servía de base y con las lenguas africanas que la enriquecieron.

La expresión ‘dat da dat’ nos señala claramente esta simbiosis. Representa el renacer del creole pero esconde varias inseguridades y dilemas, el principal siendo precisamente qué idioma usar como base para escribirlo y cómo escribirlo. Usa la fonética del español pero su estructura inicial es del inglés.

Mirar a Jamaica

Frente a dudas de cómo proceder, vale la pena mirar hacia otros pueblos hermanos. Podemos aprender del sentido práctico del creole jamaiquino, esencialmente el mismo que el nuestro, y de otros creoles que se inclinan por el mayor uso de la fonética al escribirla pero logran un balance entre lo formal y lo informal o vernáculo.

En Jamaica aún no es una lengua escrita de uso masivo y se tiende más a usar el inglés estándar para escribir. El creole jamaiquino no académico y de la calle no siguen reglas específicas y no hay una forma precisa de escribirla. Lo importante, al fin de cuentas es que se entienda lo que se escribe y lo que se dice.

Es necesario superar barreras burocráticas y de otros tipos; creer más en el creole isleño y darle un mayor impulso en las esferas públicas y sociales para apoyar su renacimiento.  Dat da dat!

Última actualización ( Lunes, 09 de Septiembre de 2019 09:35 )