Nuevo año, viejas peleas, nuevo estatuto

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El año que culmina se destaca por el destape de ollas podridas, la cruzada anticorrupción impulsada por la opinión pública (sin duda el personaje del año) y el fin de dos dinastías políticas.

¿Es esto un indicio de que las cosas serán mejores? Es la pregunta del millón y gran parte de la respuesta residirá en quien queda elegido Gobernador en octubre.

Lo cierto es que el proceso político del año entrante estará marcado por estos temas y por las demandas de los isleños por una mejora en los servicios públicos, por más controles a la inseguridad, por asegurar una más efectiva, transparente administración pública y por posibles noticias desde La Haya.

Todos son temas que harán parte de los debates de las campañas para las elecciones locales que comenzarán con fuerza a principios del año.

Como el ave Fénix

Los contratiempos son incentivos para seguir adelante, pero ya cargados de experiencia y aprendizaje de los mismos para mejorar y afinar nuestros proyectos y expectativas. Algo que necesitará de ello y de un replanteamiento es el Estatuto Raizal

Acaparará poca atención en el nuevo año, pocos desean moverlo al debate político que ya se agita y no es claro si el Gobierno Nacional quiere reabrir las discusiones sobre su contenido o si los líderes raizales tienen entusiasmo en revivirlo. Tampoco es claro si tiene mucho apoyo dentro de la comunidad raizal.

Pero no se puede desechar porque podría ser un instrumento importante a favor de la protección y supervivencia de la etnia raizal. Todo dependerá de si se logran superar obstáculos y termine siendo un proyecto viable y de impacto.

Muchos lo daban por archivado pero concentró de nuevo la atención por la decisión administrativa del Congreso de la República de reconfigurar su Comisión Accidental con la inclusión de los dos nuevos Representantes, cuya labor será importante, aunque aún no han manifestado su apoyo decisivo o qué esperan del proyecto.

Esto debería ser aprovechado para hacer avanzar la agenda raizal e ir más allá de ser un foro de discusiones a constituirse en uno de canalización de nuevas ideas.

Las posiciones raizales y del oficialismo están aún a polos opuestos, lo cual hace poco probable que se renegocie su esencia, pero se podría llegar a un entendimiento para mejorar aspectos poco controvertidos y por lo menos lograr algo y ser menos excluyente pero más incluyente, como el mayor uso del creole y del inglés estándar, volver a las islas bilingües o trilingües (algo que beneficiaría a todos) y en respetar y promover las tradiciones históricas y culturales (favorable al turismo).

Todo ello podría eventualmente abrir mejores caminos y cimentar más logros por el lado raizal, pero también ganancias para todos. Muchos no raizales contarían con buen manejo del inglés que les permitiría por ejemplo, más oportunidades laborales.

Para ello es importante que el liderazgo raizal renueva su compromiso y supere las barreras de comunicación con la comunidad raizal e isleña que hacen ver al proyecto como algo distante o amenazante, como también que los líderes no raizales identifiquen las ventajas y oportunidades del mismo para todos los isleños y contribuyan a mejorarlo y no a hundirlo.

Sin embargo, el liderazgo raizal parece ya enfocarse en otros temas y estrategias, en especial en ganar espacios en los estrados judiciales y organizaciones internacionales con una estrategia de movilización jurídica que ha dado buenos resultados en el papel con varias tutelas ganadas pero que, hay que decirlo, muy pocos efectos en la práctica.

¿Barreras insuperables?

El telón de fondo es que debe haber una fórmula para reconciliar las posiciones muy encontradas de lo raizal y el oficialismo en relación al nivel de autonomía al pueblo raizal y en consecuencia a las islas y la profundidad y alcances de la asociación entre la etnia raizal y el territorio raizal que podría tener consecuencias profundas para la soberanía nacional y las comunidades no raizales.

Pero el Estatuto es mucho más que eso y se deberían explotar esos otros ángulos y posibilidades que podría ofrecer.

El mismo liderazgo raizal expresa escepticismo, lo cual resalta su posición binaria de ‘autonomía o nada’ y su mayor énfasis en lo político que en lo socio-cultural y lingüístico que son también extremadamente importantes. Se espera que sean reabiertos los temas que quedaron sin acuerdos como el territorio y la autonomía del Pueblo Raizal. Pero es poco probable que el Gobierno Nacional lo haga y es por eso que sería adecuado concentrarse en esos otros aspectos iguales o más relevantes que podrían hacer avanzar la agenda raizal.

La debilidad que tiene el movimiento raizal y casi todos los movimientos sociales es la tendencia de tratar la cuestión de derechos humanos étnicos casi como un objeto de devoción y no necesariamente como una vía o plataforma para facilitar fórmulas de solución a unas necesidades étnicas.

Esto limita opciones y excluye narrativas diversas que enriquecen el debate y podrían eventualmente facilitar salidas y soluciones.

Y aquí es donde entra la necesidad de renovar liderazgo y con ello cambiar o fortalecer las estrategias, con una mayor inclusión e injerencia de la comunidad raizal, comenzando por la mejor socialización del proyecto porque pocos lo conocen.

También es necesario incluir a todas las comunidades de las islas para mejorar el atractivo del proyecto y así el chance de ser aceptado por más personas y eventualmente por el Gobierno Nacional. Al mismo tiempo esto sería una oportunidad de unir a las islas y no crear más brechas de las que hay. Debería ser un instrumento de unión y no una excusa para distanciarnos más.