Temblores y tsunamis (Parte 2): ¿Qué hacer?

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GERMAN.MARQUEZ2Ni los sismos ni los tsunamis, como tampoco los huracanes, vendavales, marejadas y otras amenazas naturales, pueden evitarse. Lo que sí se puede y se debe hacer es disminuir sus impactos, lo que se logra a través de una buena preparación.

La preparación para enfrentar las amenazas mencionadas debe hacerse tanto por parte de las autoridades como de las personas y de la comunidad en su conjunto. La preparación personal y familiar es quizá la más importante, pues nadie puede hacer más que uno por sí mismo y por su familia. De nuestra atención y preocupación depende también que la comunidad y las autoridades den una respuesta más adecuada.

Lo principal es informarse como es debido sobre las amenazas y sobre las acciones que pueden y deben emprenderse para evitar que produzcan mucho daño y preparase de acuerdo con dicha información. Así se entenderán mejor las amenazas y se sabrá qué hacer para disminuir la exposición y la vulnerabilidad o fragilidad ante ellas, lo que requiere acciones preventivas, esto es desde antes del evento, acciones durante su ocurrencia y acciones posteriores.

Para evitar estar expuesto es importante tratar de no estar en los sitios que puedan ser más afectados por la amenaza. Para ello es necesario, desde antes, saber cuáles sitios son más seguros y dirigirse a ellos. Las autoridades proveen información al respecto, durante las capacitaciones que ofrecen a toda la población. Así que si se desea saber cuáles son esos sitios, lo mismo que las acciones que puede tomar antes, durante y después, lo mejor es capacitarse.

Reglas generales como mantener la calma, que es muy importante, evitar hacerse debajo de objetos o estructuras que puedan desplomarse o proteger la cabeza son útiles, pero una verdadera preparación incluye muchos otros aspectos y solo se logra capacitándose como es debido.

Evitar estar expuesto es difícil en el caso de sismos, que ocurren en cualquier momento; por ello la preparación permite saber qué hacer y cuáles son los lugares más adecuados para ubicarse mientras dura el temblor.

Es algo menos difícil en los huracanes, que avisan su llegada, aunque no se sabe bien dónde impactarán más; de nuevo, saber dónde ubicarse es fundamental y en este caso los sitios de refugio designados por las autoridades deben conocerse muy bien para acudir a ellos. Si no hay refugios designados debe procurarse que las autoridades los asignen y, si es el caso, los construyan, como se está haciendo en los nuevos colegios de Providencia

En los tsunamis es más factible protegerse moviéndose a sitios suficientemente alto (al menos 15 metros sobre el nivel del mar), que abundan en San Andrés, Providencia y Santa Catalina; si se diera el evento, que ya se dijo es de baja probabilidad, de un terremoto muy fuerte, que pueda originar un tsunami, lo mejor es desplazarse rápidamente a un sitio alto, sin esperar el aviso de nadie, pues un tsunami local puede llegar a tierra en minutos. Para ello es también conveniente conocer los síntomas de tsunami, como cambios bruscos en el nivel del mar y otras que pueden conocerse y aprenderse en las capacitaciones; pero es una medida que debe tomarse de inmediato siempre que haya un sismo de gran magnitud.

Si el tsunami es producido regionalmente, que da cierto tiempo para protegerse, se debe atender el aviso de las autoridades que están a su vez en la obligación de advertir a la población en casos así. En cualquier circunstancia, hay que alejarse de las playas y costas bajas y, en últimas, subirse a una edificación o a un árbol.

Otras medidas generales incluyen tener una reserva de agua y alimentos a mano, pero sobre todo es necesario tener un plan personal y familiar para actuar. Como ya se ha reiterado esto debe hacerse con base en la información que las autoridades pueden proveer y recibiendo la capacitación debida.

Esta es la principal recomendación que puede hacerse en este breve artículo, pues no es conveniente ni posible intentar resumir en él toda la información requerida, y mucho menos suplir una adecuada capacitación. Esta debe ser aportada por las autoridades y podemos exigirla para estar preparados. Si no es así, incluso un evento de magnitud menor puede tomarnos de sorpresa y causarnos graves daños e incluso la muerte. Así que la mejor medida es la prevención y la precaución y esta debe empezar desde ya.

Con base en esta misma preparación se estará en condiciones de colaborar para que la comunidad y las autoridades adopten las medidas necesarias para disminuir el impacto de sismos, tsunamis, huracanes y otras amenazas.

Por ejemplo, asegurarse que se cumplen las reglas para que las construcciones sean resistentes a sismos y huracanes y se hagan atendiendo al ordenamiento del territorio. Contribuir a que los planes de gestión de riesgo se estructuren adecuadamente, se divulguen y se cumplan. Las acciones son múltiples y requieren la participación y contribución de todos. Y hay que iniciarlas desde ya.

[*] Biólogo, PhD., Fundación PROSEALAND.

Última actualización ( Domingo, 09 de Diciembre de 2018 06:06 )