Es tiempo de irse... Señores gobernadores.

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HAROL.BUSH2Ante la expectativa de lo que pasará en la audiencia de imputación de cargos por corrupción a los gobernadores titular y encargado, en las islas hay un mutismo sin precedentes y una mezcla surrealista de calma, angustia, pena y también alivio de que, por fin algo significativo, también en lo penal, se hace contra la corrupción reciente.

Pero los dos gobernadores prolongan la agonía al no querer irse. El comunicado de la Fiscalía sugiere que hay más por venir y que esto va para largo. Pero deberían irse para preparar sus defensas y permitir que las islas puedan cerrar este capítulo desagradable e inaguantable que ellos protagonizan. Su salida no resuelve todo pero da vía libre para poder seguir adelante. 

Pase lo que pase, es importante que la opinión pública aproveche esta coyuntura de crisis –con imputación incluida– que muestra que la Fiscalía está actuando con más firmeza, para profundizar sus intentos de lograr una administración pública más sana, exigiendo, cuestionando y denunciando más. 

Por su parte, Fiscalía, Procuraduría y Contraloría deben aprovecharla también para saldar una deuda moral que tienen con las islas mostrando resultados y yendo más al fondo con una auditoría intensa de actos y gastos del Gobierno, así como de sus propios actos y el comportamiento de funcionarios locales frente a muchas denuncias que simplemente se barrieron debajo del tapete. 

Las tres deben además ser consistentes y no crear fama y luego echarse a dormir. Son indispensables porque, con supervisión y castigo, garantizan un buen eslabón entre empleados y una administración pública honesta y eficiente. Deben emitir una clara señal de que la cultura de lo ilegal, la permisividad, negligencia y malos manejos de dineros públicos no son normales y no les tiemblan las manos para investigar y sancionar. 


Hay múltiples ejemplos de que la bonanza que llegó con el fallo de La Haya del 2012 generó una irresponsable y desorientada danza de millones que eludió al desarrollo isleño sin que se actúe adecuadamente para asegurar el buen uso de dichos recursos o el castigo apropiado por su desuso. 

Renuncia, por el bien de las islas


No sorprende entonces que el optimismo generado por la acusación formal de corrupción contrasta con la desconfianza ciudadana de que algo significativo saldrá de la investigación penal, a juzgar por la actitud desafiante de los dos Gobernadores. 

Desde luego que tienen el derecho legítimo de defenderse y los protege la presunción de inocencia, pero la imputación por corrupción es tan grave que amerita renuncia (o destitución inmediata) y podrían defenderse mejor alejándose del Coral Palace.

Su renuencia a advertir la señal inminente sería, entonces, otro reflejo más del enorme control que los dos ejercen sobre la administración pública, de sus ganas de seguir explotando su posición y recursos públicos y su aparente convicción de que son intocables y víctimas de una cacería de brujas. 

El Gobernador suspendido está preparando su retorno al Coral Palace, lo cual puede ocurrir en dos semanas. 


Sin embargo, deberían los dos renunciar por el bien de las islas para evitar más dolores de cabeza a los isleños. La Fiscalía les da tiempo de considerarlo en el lapso entre el anuncio y la imputación, aunque esto también permite que se interfiera con la investigación por tener acceso a toda la documentación que se necesitará para asegurar una condena.

La permanencia de los dos además obstaculiza una transición hacia un mejor manejo de las islas y extiende la parálisis de la administración pública. Hay una ingobernabilidad insostenible que lleva a una aguda falta de recursos para asuntos urgentes (aunque siguen nombrado a muchos en planta), que no se sanará si ellos permanecen debido a la desconfianza de la Asamblea y porque el Gobierno Nacional no girará más dinero sin una idea clara de lo que pasará.

Cuando dentro de poco se dé la imputación formal, sería inconcebible que el Presidente Duque no separe  del cargo al encargado. Duque prometió luchar contra la corrupción y se vería mal si no actúa acorde a dicha promesa. De llegar a haber medida de aseguramiento el Presidente quedaría mal por no haberse anticipado a los hechos.

Presiones políticas locales podrían ejercer influencia para que se vayan, pero es muy llamativo que no las hay, como también que no se les respalda públicamente a los gobernadores. La comunidad espera respuestas, pero nadie se pronuncia. Este mutismo no hace quedar bien a los políticos locales ante la opinión pública que pierde cada vez más respeto y esperanza en ellos.

¿Ahora qué?

La imputación de cargos obliga a concentrar la atención en la suerte del Gobernador titular. Si él y el encargado son asegurados en forma preventiva, deberán ser despedidos de inmediato. Si no, en el caso de Housni, aún se espera la decisión de la Procuraduría con respecto a la suspensión de los otros 10 meses, que en efecto le cerraría toda posibilidad de volver al Coral Palace. Y de no despedir el señor Presidente a Manjarrés, seguiría pero debilitado e incapacitado para hacer mayor cosa, algo extremadamente desfavorable a las islas.


Por ejemplo, el reciente proceso de adición presupuestal fue un desastre, precisamente por desconfianza en su manejo de dineros públicos. Puede quedar paralizada parte de la administración local la insistencia en gastos en áreas poco relevantes de donde se sospecha que se desangra el erario público.

Su nombramiento –por decreto presidencial–, pasando de Secretario General a Gobernador (e) que indica claramente que aún permanece en las funciones que venía ejerciendo, apuntan a un manejo poco profesional e indiferencia frente a las normas. 

Todo ello lo obliga a concentrarse en otras partes de la Gobernación que son también puntos muy débiles y que tienen una responsabilidad pública en todo el engranaje de las anomalías.

Entre tanto, las secretarías conciben, justifican y avalan convenios y contratos cuestionados, como en el caso de la supuesta fundación fantasma a la que se giraron 2000 millones de pesos que ahora tiene a dos gobernadores en la cuerda floja.

Ante este panorama incierto e inestable, las fuerzas políticas isleñas deberían actuar con menos intereses partidistas y más con el de las islas en mente y preparar el camino para unas elecciones justas en octubre de 2019 que deberá abrir un nuevo capítulo en la vida política isleña.

Última actualización ( Domingo, 07 de Octubre de 2018 10:24 )