Pensamiento Creativo

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OSWALDO.SANCHEZSabido es que la Escuela Pública adolece, entre otras cosas, de atención y consideración por parte de las autoridades bien sean de orden nacional, regional o local. Ello se evidencia, entre otras cosas, en la carencia del personal suficiente y necesario para complementar la labor docente.

Y también de los espacios y equipos requeridos para que el Maestro pueda cumplir su misión educadora y formadora.

Por lo anterior, no es de extrañar que los resultados escolares no sean los soñados y queridos sino los que “haciendo de tripas corazón” puedan alcanzar el docente y la Escuela, trabajando con las uñas y más con pasión que con organización. Si a ello se agrega la displicencia y carencia de dedicación por parte de algunos docentes o la apatía y desinterés de algún directivo docente, así como la dejación de las familias, tenemos la “tormenta perfecta” en los claustros escolares.

Una de las consecuencias es que la Escuela no sea el mejor lugar para fomentar y fortalecer la creatividad del niño; por el contrario, la bloquea cuando no es que la extingue. Y todo porque se trata a los pupilos como si fueran iguales (productos de una fabricación en serie) cuando evidentemente son diferentes en todo y por todo. Al proceder de este modo, se están desconociendo de hecho no solo realidades psicológicas sino mandatos legales que piden que “los educandos deben tener oportunidades de avanzar en el proceso educativo, según sus capacidades y aptitudes personales”.

Aunque no hay una definición única, nos quedamos con la que da sobre creatividad Caridad Hernández en su obra: “Manual de creatividad publicitaria”, en la cual se nos dice que es “el conjunto de aptitudes vinculadas a la personalidad del ser humano que le permiten, a partir de una información previa, y mediante una serie de procesos internos (cognitivos), en los cuales se transforma dicha información, la solución de problemas con originalidad y eficacia”.

Dicho lo anterior, es claro que en las aulas no puede desarrollarse la creatividad si el docente no le permite, incita y estimula al niño a ser original en la respuesta que dé a problemas planteados o que enfrente en su diario vivir. Al no hacerlo, el docente incurre en error pedagógico, que puede ser fácil de entender pero muy difícil de desterrar de la práctica educativa, pues seguramente intuye el docente que al desarrollar la creatividad se mete en problemas “al estar expuesto a la creatividad e inmediatez sorpresiva de sus alumnos cuando ha potenciado que fluya su  creatividad en esos procesos de aprendizaje que viven de forma personalizada y significativa”, nos dice Àngels Domingo, Cofundadora y Directora de la Plataforma Internacional Práctica Reflexiva.

Es el síndrome del patinador sobre hielo quebradizo, del que hablamos anteriormente.

El pensamiento creativo, también llamado 'pensamiento lateral' por Edward De Bono (psicólogo maltés) en 1967, se caracteriza por buscar soluciones sin seguir pautas preestablecidas, sino explorando caminos alternativos para encontrar respuestas. Es decir, “Se trata de un tipo de pensamiento creativo, que escapa de las ideas preconcebidas”.

A este pensamiento lateral, De Bono opuso el 'pensamiento vertical', que es el que utiliza la pedagogía tradicional para resolver problemas.

Para evitar seguir en ese territorio alienante de la Escuela sin Creatividad, lo primero que se debe hacer es entender y aceptar que cada niño es un ser único, piensa y se comporta distinto a los demás. De ahí la importancia, por ejemplo, de practicar lecturas que detonen en sus cerebros pensamiento e ideas múltiples, que los induzcan a expresarse en sus propios términos y convicciones.

Situarlos ante situaciones que les permitan variadas soluciones, que les muestren no solo un camino sino una bifurcación de caminos que les fortalezca la creatividad y la autonomía. Por eso, hay que formarlos en actitudes como el riesgo. Tal vez estos versos de John Lennon lo dicen mejor: "Es fácil vivir con los ojos cerrados. Sin comprender todo lo que uno ve, ser alguien empieza a ser difícil pero ya todo está resuello, ya no me interesa..." (Strawberry fields forever).

Otra consecuencia que trae enseñar al niño a ser creativo “es que el rol y actitud del maestro cambia situándolo en una zona de incertidumbre profesional al estar expuesto a la creatividad e inmediatez sorpresiva de sus alumnos cuando ha potenciado que fluya su  creatividad”. Pero el Maestro debería estar dispuesto a esta realidad, al igual que un padre está dispuesto a dejar partir a su hijo a quien ha engendrado, formado y fortalecido.

Es el precio del deber.

Última actualización ( Sábado, 15 de Septiembre de 2018 05:52 )