¿Cuál es el afán?

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Lo anterior nos permite apreciar que nuestros bachilleres terminan simultáneamente su proceso educativo y la etapa de la adolescencia; atapa ésta con características muy particulares y de gran importancia para llegar a la adultez de manera equilibrada y exitosa, lo cual es olvidado en la formación escolar con las dramáticas consecuencias que a diario se ven. Es una etapa de transición en la que ya no se es niño, pero tampoco se tiene el ‘grado’ de adulto.

Si a lo anterior se agrega el actual sistema educativo, con sus falencias y virtudes, podemos entender que nuestros bachilleres al salir de sus estudios secundarios (particularmente públicos) son aún personas a las que la edad biológica y los niveles de formación no los facultan plenamente para enfrentar, con altas posibilidades de éxito, sus estudios superiores o el mundo laboral.

Para atender tan inquietante situación existe una propuesta: implementar un grado adicional en el Nivel Escolar que sea el más apropiado.

Y esto ha hecho entidades muy respetables y con el conocimiento de causa suficiente como para aventurarse a creer que están equivocadas.

Por ejemplo, la Alcaldía de Bogotá anunció su deseo de implementar un grado adicional, opcional, “creando distintos énfasis en ciencias, humanidades y formación técnica”. La ministra María Fernanda Campo afirmó que “el sistema educativo colombiano necesita aumentar en un año la escolaridad”.

El Banco Mundial, en el año 2013, hizo propuesta similar al Gobierno en asocio con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), “y así (los estudiantes) lleguen más preparados a las instituciones de educación superior”. Finalmente, el Senado estudió y “hundió” propuesta en tal sentido, del senador Carlos Alberto Baena López

Se argumenta a favor del Grado adicional, que nuestros bachilleres están saliendo de sus estudios secundarios “con dos y hasta tres años menos que el promedio de sus homólogos internacionales”. También, que “Los estudiantes comienzan sus carreras a los 15 años, con problemas de adaptación y sin perspectiva de vocación profesional. Eso hace que muchos no terminen el pregrado”.

Al respecto, Ángela Constanza Jerez, consultora en temas de educación y responsabilidad social, cree que un año más ayudaría a frenar “tasas tan altas de deserción en las universidades en los primeros semestres”.

Para finalizar, digamos que un año más permitiría “que los jóvenes que quieran incursionar en la vida laboral reciban competencias para este desempeño y el trabajo en equipo, así como capacidades técnicas”; es que “A medida que se va avanzando en la parte educativa, se consiguen más habilidades para la vida adulta; de esa forma ellos podrán resolver mejor sus problemas y tomar decisiones con más determinación”, opina Yvette Jaspers, coordinadora de bachillerato internacional del Colegio Alemán de Medellín.

Por último, digamos que Universia, red conformada por 1341 universidades iberoamericanas, asevera que de los aproximadamente 500 mil bachilleres que se gradúan anualmente en Colombia, un 10% opta por ingresar al “semestre cero” o preuniversitario, pues se consideran mal preparados para los estudios de pregrado por diversas motivos, dando razón a la ex ministra Gina Parody, quien reconoció que un 70% de los bachilleres estaban en Grado Inferior en las Pruebas SABER 11.

Pero así como hay argumentos y razones para implementar un año adicional a los estudios primarios o secundarios, se oyen los contras al respecto.

Para Francisco Cajiao, experto en educación y Rector de la Fundación Universitaria CAFAM, no vale la pena si es para “más de lo mismo”. De manera similar opina Manuel Mejía, bachiller a los 16 años y ‘alcalde joven’ de la ciudad de Medellín: “no se justifica, sería repetir los mismos errores”. Y si el Senado hundió el proyecto, no fue por ser una “idea loca”, sino porque “no daba las orientaciones sobre cómo desde el Ministerio de Educación se trabajaría por la calidad de la enseñanza en ese nuevo grado de formación”.

Que la idea del grado adicional no es tan descabellada lo vemos en la propuesta educativa de Medellín, que la tiene en su Plan de Desarrollo y, además, le asignó más de 10.000 millones de pesos. Es que “Vamos a llevar el semestre cero a los colegios públicos de Medellín”, aseveró en su momento Miguel Silva Moyano, director de Sapiencia.

Por eso, al igual que William Agudelo, presidente de la Asociación Distrital de Educadores de Bogotá, creemos quevaldría la pena tomarse unos minutos y pensar bien en lo que podría implicar esta propuesta”.