Este domingo haga el bien sin importar a quien

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EDNA.RUEDEA2La historia de la medicina está plagada de ejemplos edificantes de cómo, a mi juicio, debería ser el mundo. Y no es para nada que los galenos nos pudiéramos abstraer de prejuicios enquistados, es que la ciencia, mucho más poderosa y sublime, acaba por ordenar el caos y hacer bien donde solo se veía el mal.

No pretendo aquí dar lecciones de esta historia, pero puedo aludir a su desconocimiento para preguntarle por ejemplo: ¿sabe usted cuántos de los medicamentos que hoy usa, fueron desarrollados por personas con las que ideológicamente no se conecta? ¿Cuántos antibióticos se desarrollaron, por ejemplo, en la Rusia comunista si usted se ve como un ferviente capitalista? ¿Sabe cuál de los procedimientos que tiene represado en la EPS y que tan fervientemente reclama son producto del saber científico de sociedades con las que usted encuentra diferencias filosóficas contundentes?

Y a esto le preguntaría luego... ¿le importa? ¿Cree usted que es vital que todas sus convicciones concuerden con las de quien tuvo una buena idea y hoy le hace mejor la vida?

Y si lo ponemos en un plano menos técnico y más entretenido, tendría que preguntarle si ¿renunciaría a un Picasso regalado si advirtiera que era un miembro del partido comunista?, o ¿quemaría la obra de Wagner solo porque su línea era la extrema derecha?

Estas son las preguntas que derrumban preconceptos. Si un homófobo puede negarse la música que le  ha dejado al mundo Freddy Mercury, las letras de  Oscar Wilde o la filosofía de Foucault, entonces no se las merece, no se merece ninguna.

Si un KKK no puede disfrutar la poesía de Maya Angelou, la voz de Areta Franklin o la trompeta de Luis Amstrong, le sobran sentidos.

Si un cristiano no puede ver belleza en los azulejos de una mezquita, o un judío no lo logra en la capilla Sixtina, el mundo entero no merece ni el arte ni la ciencia

La política nos define, al menos para el tipo de persona que somos en relación a nuestro entorno. Cómo nos comportamos con los animales, con el medio ambiente, con los otros seres humanos, cuando admitimos un derecho y cuando consideramos que la comunidad es más que las individualidades, pero al mismo tiempo la multidimensionalidad del hombre lo obliga a dejar las minucias y embarcarse en la necesidad de apuntar hacia un mismo norte. Urgente que se logre como especie.

Por eso, este 26 de agosto a la hora de votar, evalúe si las premisas que tiene enfrente son coherentes con su ética y con su voz interior, y descarte por un momento de qué orilla aparentemente vienen, sacúdase el prejuicio personal, si es que eso lo aturde mucho, por encima de preferir y escoger el bien común. Sea como un antibiótico, haga el bien sin importar a quien y con quien.