Usted que es normal...

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EDNA.RUEDEA2“El poder se incardina en el interior de los hombres, realiza una vigilancia y una transformación permanente, actúa aún antes de nacer y después de la muerte, controla la voluntad y el pensamiento en un proceso intenso y extenso de normalización en el que los individuos son numerados y controlados” (Foucault, 1984).


Usted es normal, no se preocupe. La norma lo rodea: seguramente usted fue bautizado, asignado con un nombre, una religión, una nacionalidad y un estado, fue registrado, conducido a la escuela, instruido, se le dieron posibilidades para que escogiera una profesión u oficio, usted paga impuestos, tiene aspiraciones mundanas y seguramente cree que sus ideas le son propias y que rige su destino, aunque compre lo que le dice la publicidad, aunque no se pregunte nada. ¿Y cómo no? si jamás ha salido de lo que es normal.

Usted cree que la corrupción es normal, por eso dice frases como “que roben, pero que hagan”. Usted piensa que la gente debe trabajar, beber y morir, aunque el fruto de su trabajo se le vea más al dueño de la empresa, que generalmente solo tiene dos de esas palabras antes de irse de vacaciones a Indonesia.

Usted tiene la dicha de ser normal. Es de esa gente que ni está loca, ni esta presa, esa gente que se mantiene a la moda, sin ser extravagante, que no hace nada para llamar la atención, y que no quiere ni sobresalir, ni ser menos. Usted vive en el dulce promedio.

Porque usted es normal. Y ve normal que de cuatro centros de salud que funcionaban hace quince años, solo dos lo hagan ahora. Pero lo normal muta, y se hace dinámico, y lo mete a uno en líos a la hora de decidir que lo que se hace hoy es lo correcto.

Así, como antes, que era normal comprarse un par de negros para que sembraran algodón, o cuando era normal servir al feudo sin hacerle preguntas, cuando era normal morir en un parto, cuando una mujer era apedreada por ser infiel... lo normal.  Lo que otro diga que es normal, lo que los poderosos establezcan.

Lo primero que harán los poderes para adueñarse de usted, es hacerle creer que la situación que lo consume es normal, que no hay otra realidad más que esta. Y casi en un proceso delirante usted irá pensando cosas como que la isla no merece un banco de sangre, o que solo se perdió un pedacito de mar, que solo es un millón de visitantes que se toman su agua, que la plata que ellos pagan por entrar se diluye…

Pensará que la meta para este año es llenar el álbum del mundial, porque eso es lo que debe pasar, porque eso es progreso, porque así está bien.

Pensará que no se necesita la educación, pensará que está bien delinquir si está en el partido de su elección, pensará que lo importante es que recibió un sueldo que se gasta en otro de los negocios de quien se lo paga.

Poco a poco, usted se perderá permanentemente en un mar abrumador de normalidad y empezará a repetir que “todo está bien”, empezarán por obligarlo a sonreír sin motivo, y luego serán perseguidos aquellos que no se vean felices.

Y entonces, el conocimiento como herramienta emancipadora, en manos de los anormales, de los que viven fuera del límite, de los que no creyeron nada, romperá la normalización de los poderes y seremos libres, por un minuto al menos.