El pesimismo

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Tiene una forma pandémica de esparcirse. Corroe desde adentro, como un comején de almas que mina la estructura de madera con la que se nace, ataca primero a los más débiles, a los que tienen hambre, a los que se les dice que no varias veces, todas las veces.

Pone pesado el aliento como el de un muerto vivo, encorva los hombros, baja la mirada, frunce el seño, calla la voz y la vuelve susurro.

El pesimismo que se mete a cada célula como un liquido viscoso, roñoso y sucio, le dice al enfermo que es mejor hacer la fila para recibir su coima, pensarse débil frente a esta masa amorfa y opresiva que parece infalible, eterna, infranqueable.

Se condonan los valores por un contratico y un tamal, se cree que el mejor es el que menos hace y mas recibe, se valora el trucho, el torcido, el mentiroso, el indecente y se llena la vida con necesidades insatisfechas que no son siquiera necesidades, que son arandelas en el marco de un lienzo limpio.

En un tiempo corto el pesimismo hace zombis a todos, se manifiesta en una queja sonsa y turbia, como un sonido susurrante que no dice nada, y si dice no hace, y si hace no sostiene. Caminan con los brazos caídos rendidos ante el poder superior que no entienden, un puñado de hombres y mujeres que les hicieron creer que eran mejores.

El pesimismo tiñe todo con una tono gris aseo que enceguece y aturde. Es la consecuencia de descubrir que era mentira lo que te prometieron en elecciones: el agua que sigue sin llegar, el colegio que no se termina, que la calle está rota, que las balas no paran.

El pesimismo es un arma biológica que expande el criminal más despiadado, el que te deja vivo sabiendo que tienes el alma esta vieja y dolida.

Pero no importa, gáneles repóngase, levántese en sus pies. A pesar de todo y aun sin motivo sonría, aunque se vea raro sonriendo entre los restos del tsunami, aunque se vea tonto caminando alegre, que no se le note que lo han tratado de tocar con su varita sucia, que no se note que ya no les cree, levántese: hable, grite, levante la mirada, endereza su espalda, con el tiempo también la esperanza se contagia, con el tiempo se hace más fuerte y reemplaza la infección.