Formación política

Imprimir

OSWALDO.SANCHEZFrancesco Tonucci, psicopedagogo italiano, reconocido dibujante y autor de libros sobre el papel de los niños en el ecosistema urbano, en diálogo con el periódico4La Nación de Argentina lanzó esta carga de profundidad: “La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet.” Entonces, si la misión de la Escuela ya no es enseñar, ¿cuál será?

La respuesta debería darla la comunidad educativa que es la directamente interesada en que la Escuela tenga una Misión clara y definida. A la Escuela compete ser el espacio donde el estudiante conozca y domine las nuevas tecnologías, le proporcione un método de trabajo y de investigación, le forme y exija un pensamiento crítico, además de desarrollarle competencias de trabajo en equipo y de cooperación y a la toma de decisiones en las que se comprometen su futuro y el de la comunidad donde vive.

De ser así, se formarían ciudadanos comprometidos con el desarrollo de sus comunidades y su entorno ecológico, respetuosos de las libertades individuales, practicante de los valores que identifican a su pueblo, raza o etnia. Es que de nada vale tener mucho conocimiento si no está al servicio de los demás.

Por eso la Ley 115 dedica 11 de los 13 fines de la Educación (artículo 5) a la promoción humana; allí leemos que uno de los fines pide que los niños tengan una formación que permita a todos participar “en las decisiones que los afectan en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación”. (Resaltado nuestro).

De igual modo, al trazar “el desarrollo integral de los educandos” como objetivo de cada uno de los niveles educativos (artículo 13), demanda que se haga a través de acciones tendientes, entre otras cosas, a “Fomentar en la institución educativa, prácticas democráticas para el aprendizaje de los principios y valores de la participación y organización ciudadana y estimular la autonomía y la responsabilidad”.

Como se puede apreciar por lo arriba expuesto, cabe toda la razón a José Alejandro Pérez M. cuando afirma que “La política no es solo un asunto de adultos. Por lo menos la política como ese ejercicio de derechos y deberes para buscar un bien común”.

Y en esta tarea la Escuela no debe estar sola, pues desde el seno familiar el niño ha de aprender a sentirse agente activo de cambio por medio de la participación y el debate, la toma de decisiones, elementos fundamentales en la práctica política.

La oportunidad escolar de dar al niño formación política está en la conformación del “gobierno escolar”, pues “es un espacio real de formación para la democracia, que se evidencia en la posibilidad de los estudiantes para elegir y ser elegidos, representar los intereses de su comunidad y desarrollar su capacidad de liderazgo político en la institución y su entorno local”.

Allí los niños deben ser tenidos en cuenta y escuchados, allí aprenden a respetar el pensamiento ajeno y la opinión del otro, a llegar a acuerdos a pesar de visiones distintas sobre un problema o situación dados, buscando siempre el bienestar común.

Por eso es válido el reclamo de Bernardo Romero cuando pide que “En todas las instituciones de educación, públicas o privadas, se debería iniciar la práctica educativa que oriente a docentes y padres de familia para que acompañen al estudiante en su formación como ciudadano (…)”, políticamente activo; tarea en la cual “los medios” juegan papel importante promoviendo “campañas cívicas para que la población adopte nuevos y mejores comportamientos ante sus deberes de participación ciudadana”.

Lo anterior también es válido en la educación de adultos, uno de cuyos objetivos busca “Desarrollar la capacidad de participación en la vida económica, política, social, cultural y comunitaria” (artículo 51).

Es increíble que luego de 12 años de formación en las entrañas de la Escuela esta no entregue a la sociedad verdaderos ciudadanos políticamente formados, conscientes de sus responsabilidades, derechos y deberes. Tal vez existen intereses oscuros que no permiten que los niños tomen conciencia de lo que pasa y hacia dónde los conducen en su vida adulta.

Las consecuencias: corrupción rampante, justicia al servicio del dinero y gobierno indiferente al clamor del desvalido.

No, en la vida nada se consigue solo por merecimiento, hay que formarse, luchar y estar preparados para el triunfo…o la derrota. Para ello se necesitan un Maestro y una Escuela a toda prueba, y un gobierno que los apoye de manera incondicional. Sin embargo, no será así por ahora. Los que así soñamos no somos más.

POSDATA. La formación política del niño en la Escuela no pasa por el partidismo (tan desprestigiado hoy y que se asimila a un “cartel” en el sentido que le dan Katz y Mair),  sino por el ser humano. Es formación en valores.

Última actualización ( Sábado, 16 de Septiembre de 2017 06:07 )