Julio sin plásticos, el enemigo ‘indestructible’

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PINEDA.MUNOZSe calcula que los océanos actualmente contienen más de 80’000.000  toneladas de basura, y que anualmente ingresan otros 8’000.000 de toneladas. De esto, el 80% corresponde a plásticos, en su mayoría desechables que utilizamos por no más de 20 minutos y que desechamos todos los días.

En un mundo consumista que ha basado sus hábitos cotidianos en usar y desecharlo todo diariamente, las basuras se han convertido no solo en un problema, sino en un enemigo permanente. El 90% de los productos que utilizamos están hechos de plásticos, un material tóxico que no es biodegradable, con una estructura molecular que no permite su degradación, tan solo su rompimiento en fragmentos menores y partículas pequeñas que son indestructibles: los microplásticos.

Los plásticos desechables como las botellas, las tapas, los pitillos, las bolsas, los vasos, los cubiertos y demás, son productos con una vida útil de aproximadamente 20 minutos (en algunos casos tan solo 5 minutos), pues los utilizamos con un único propósito y son rápidamente desechados. Después de descartados, estos plásticos pueden tener dos caminos: el bueno (que no es tan bueno y ya explicaremos porque), y el malo.

El camino ‘bueno’ de un plástico desechado es cuando se deposita correctamente en una caneca de basura, de donde posteriormente se llevará a un relleno sanitario. En dicho relleno, un producto plástico puede tardar entre 450 y 1000 años en “descomponerse”, sin embargo, su descomposición no implica la reducción del material a elementos que retornan a la tierra para cumplir un ciclo, sino a una fragmentación de las partículas hasta convertirse en microplásticos.

Los microplásticos se filtran por escorrentía entre los suelos, donde tarde o temprano llegan a las cuencas de agua que alimentan los ríos y océanos; en las islas como San Andrés, Providencia y Santa Catalina, su migración hacia el océano es casi que directa. Los microplásticos en los océanos son consumidos y bioacumulados entre los tejidos de los organismos, sean algas, invertebrados o mamíferos, entrando en las cadenas tróficas hasta finalmente llegar a nuestra mesa, donde también nosotros sin saberlo los consumimos.

En los seres humanos los efectos de acumulación de microplásticos han demostrado tener consecuencias nocivas para la salud, como disrupción del sistema endocrino y aparición de cáncer, consecuencias que cada día son más evidentes entre las comunidades costeras que dependen del consumo alimenticio que provee el mar.

Tengamos presente que el anterior escenario era el camino ‘bueno’ de los plásticos; opinamos que no es tan bueno como parece, pero el camino ‘malo’ es una historia de terror. Cuando un producto plástico no es desechado correctamente, y es dejado en el suelo, en la orilla de la costa, en la playa o el mar, se convierte en una amenaza para la vida.

Los desechos plásticos por su poco peso vuelan con facilidad hacia los océanos, incluso con cualquier aguacero por su alta flotabilidad terminan por quedar en las cuencas de los ríos y posteriormente en el mar; allí se convierten en trampas mortales para las especies marinas.

Actualmente, se estima que más de 100’000.000 de mamíferos marinos han muerto por ahogamiento por consumo de plásticos; esto sin tener en cuenta que más de 50% de las tortugas marinas y más del 90% de las aves marinas del mundo han consumido plástico en alguna de sus formas. Cuando las especies no mueren, sufren malformaciones en sus extremidades por quedar atascadas entre los plásticos, y no poder continuar su óptimo crecimiento.

En el océano, los plásticos flotan viajando largas distancias, convirtiéndose en trampas mortales interoceánicas, de las cuales nadie se puede salvar. Allí en altamar, los plásticos también pueden ‘degradarse’, fracturándose en pequeños fragmentos hasta convertirse en microplásticos, y bioacumulándose en las especies hasta llegar a nuestra mesa.

Son muchos los casos de peces que contienen plásticos en sus estómagos, ballenas que llegan a la costa con sus estómagos completamente llenos de desechos como bolsas, vasos, botellas y demás; tortugas con bolsas en sus estómagos y en sus gargantas que son ahogadas por las mismas, y aves marinas encontradas en las costas con tapas y encendedores en su interior.

Sin embargo, anualmente siguen entrando estas 8’000.000 de TONELADAS de desechos al mar, continuamos tomándonos el juguito con pitillo, pidiendo la bolsita para llevar cualquier compra que hagamos, dejando las botellas plásticas a orillas del mar. ¿Qué estamos esperando para tomar conciencia de la problemática que nos acosa? Los desechos plásticos amenazan las especies, los ecosistemas, los recursos pesqueros, y nuestra propia salud; este enemigo indestructible nos está ganando la batalla, y hasta la fecha no ha habido propuesta alguna que plantee una solución real.

Por lo anterior, y en vista de que no tenemos más opción que empezar a reducir el consumo de este ‘enemigo indestructible’, este mes se celebra a nivel mundial lo que se conoce como “Julio SIN plásticos desechables”, una iniciativa que busca reducir el consumo de plásticos desechables cotidianos innecesarios, todo con el fin de reducir la contaminación.

San Andrés se ha unido a esta campaña por medio de la Fundación Seaflower, la empresa de aseo Trash Busters y en conjunto con Plastic Free July, organización del oeste de Australia que lidera estas acciones a nivel mundial.

La invitación para ustedes, y para todos, es poner su granito de arena para disminuir esas 8’000.000 de toneladas, para evitar que otros 100’000.000 de animales mueran, con actos tan sencillos y simples como el no uso de pitillos, el no uso de bolsas plásticas y la reducción en el consumo de agua embotellada, algo simple para ayudar a salvar nuestros océanos: Reducir, Reciclar y Reutilizar.

Última actualización ( Sábado, 08 de Julio de 2017 08:36 )