El Buen Maestro

Imprimir

OSWALDO.SANCHEZEn 1950 el Papa Pío XII nombró a San Juan Bautista de la Salle patrono de los educadores; en Colombia, el presidente Laureano Gómez en 1951 instituyó el Día Oficial del Educador a celebrarse cada 15 de mayo. Para la Unesco el 4 de octubre, aniversario de la suscripción de la Recomendación Unesco/OIT relativa a la Situación del Personal Docente en 1966, es el Día Mundial de los Docentes.

En Colombia un intento de caracterización de los docentes nos permite conocer que el 68% de los profesores está vinculado al sector oficial. Que el 74% de los profesores del país está ubicado en zonas urbanas. Que 40 es el promedio de estudiantes bajo su responsabilidad. Que los docentes sienten que el salario recibido ante el desgaste y responsabilidad que implica su trabajo, no es justo, pues está entre 2 y 4 salarios mínimos mensuales. Que de los 460.000 docentes que hay en el país, 67% son mujeres.

Pero ¿qué significa ser Maestro en tierras como las colombianas?

Ser Maestro, buen Maestro, en nuestros días es una aventura que no muchos están dispuestos a correr. Es que el buen Maestro cada día debe reinventarse para enseñar mejor, superar el Maestro que fue ayer y prestarle valiosa ayuda al estudiante de hoy, sin olvidar que él también fue estudiante.

Por eso valorará muy seriamente su permanente actualización tanto en los contenidos que imparte como en la metodologías que florezcan cada día; de no hacerlo, no solo se condena él mismo a permanecer en un mundo obsoleto sino que arrastra en su caída cual moderno Luzbel a todos sus pupilos. Y sin alas para volar, ya no podrá ser guía y conductor de los niños que pongan a su cuidado.

Y se actualiza porque no quiere ser un zombi del conocimiento ni de la rutina en el aula. No está satisfecho ni piensa que ya llegó a “tierra firme”, pues sabe que el conocimiento trasciende el aula y se cruza de manera inevitable con otros quehaceres, empujándolo a interrelacionarse con diversas disciplinas y compartir sus discursos y experiencias. Él mismo sabe que debe hacer investigación, porque ni es estático el conocimiento, ni lo son los problemas que debe solucionar la sociedad.

Porque ama demasiado a sus estudiantes no se atreve a abandonarlos, a dejarlos a su suerte; los reclama, los busca, como la ‘seño Eugenia’ que con lista en mano buscaba entre los escombros y la descompuesta multitud a sus 57 estudiantes, luego de la avalancha de Mocoa. “Esta vez me voy a quedar”, repetía delirante, buscándolos sin cesar. “Yo quisiera darles a mis estudiantes la posibilidad de regresar a la escuela (…) Yo quiero que mis niños tengan esos buenos recuerdos y no los de la avalancha que se llevó a su familia y amigos”.

Tampoco olvida el buen Maestro que junto a sus propios intereses y necesidades permanecen los de sus estudiantes y que él está allí, frente a ellos, porque tiene el valor para conducirlos a buen puerto con la convicción de que la educación es fundamental para el futuro de las sociedades; está consciente que no lo sabe todo ni que sus estudiante no saben nada (“tabula rasa”, según John Locke); que junto a sus pares, en diálogo permanente, puede aportar mucho en este tránsito hacia el conocimiento.

Por las nuevas tecnologías, los retos que encara el docente son fascinantes y en la medida que pueda administrar responsablemente estas herramientas para acercar y acercarse al saber con sus estudiantes, será recordado por quienes emprenden dicho camino bajo su cuidado.

El buen Maestro hace de su aula un santuario donde se le rinda tributo diario al Saber; sabe que el gobierno es el último en llegar con los recursos para desarrollar su labor, pero ello no es óbice para que lo haga; lo dificultará, sí, pero no lo detendrá. Y esto es porque valoriza su trabajo, porque se sabe indispensable y responsable del niño que le encargan y que de él depende para poder realizarse como persona.

Para llevar a cabo el trabajo de forjar el futuro individual de millones de niños y ayudar a construir un mundo mejor para todos, el déficit de docentes es notorio en el mundo; según la Unesco, “El mundo necesita formar 69 millones de maestros suplementarios para impartir educación universal primaria y secundaria de calidad y cumplir así uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. Ante esta situación se pregunta Irina Bokova, directora general de la Unesco: ¿Cómo podemos contratar nuevos docentes y atraerlos a la esencial profesión del magisterio, cuando en el mundo tantos de ellos están poco capacitados, mal remunerados y subestimados?

Creo que estarán de acuerdo con que ser Maestro, un buen Maestro, es más complicado de lo que a simple vista parece.