Un error

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GERMAN.MARQUEZ2“Peor que un crimen, es un error”, dijo un perverso político francés, en una frase histórica (*) que sugiere que los errores se pagan más frecuente y más caros que los crímenes. Quién la dijo tenía porqué saberlo pues, aunque cometió muchos crímenes, al parecer cometió pocos errores. El hecho es que murió viejo, poderoso y en su camita. La historia no lo perdonó, lo que no le impide tener innumerables imitadores en todo el mundo.

Se trae a colación esta frase con motivo del Decreto 415, que subsume el Plan de la Reserva Mundial de Biosfera Seaflower (y de paso la RB misma), bajo la figura local del Plan de Ordenación y Manejo de la Unidad Ambiental Costera, POMUAC. Subsumir significa, según la Academia de la Lengua, “Incluir algo como componente en una síntesis o clasificación más abarcadora” o “caso particular sometido a un principio o norma general”. Léase: sometido. La Reserva queda sometida a la UAC, que sería “más abarcadora”. Quizá no alcanza a ser un crimen, pero sí parece un error.

No sería un crimen, pues el 415 no parece malintencionado y, por el contrario, está lleno de buenas intenciones (aunque se sepa lo que pasa con estas). Pero si es un error pues debilita y amenaza la existencia de Seaflower, al someterla a una norma local de menor jerarquía.

El ministro se apresuró a aseverar que no es así y que se le están dando ‘dientes’ a la Reserva. Eso requiere una explicación convincente, pues no es lo que se deriva del decreto, que evidencia que en el Ministerio no conoce ni interpreta adecuadamente el sentido de las Reservas de Biosfera (RBs). Estas no son simples “instrumentos complementarios para la conservación de la diversidad biológica”, como lo dice el decreto, ni tampoco son meras “distinciones internacionales”, como aparecen en el Decreto Único Reglamentario del sector ambiental del cual forma parte.

Cabe entonces esperar que el Ministerio quiera aclarar por qué asume esta perspectiva, que desaprovecha la figura internacional de las RBs y las desconoce como modelos de desarrollo sostenible, que es lo que son, tal como lo reitera UNESCO en el Plan de Acción de Lima 2016 – 2025 que hoy sirve de guía a la Red Mundial de RBs.

Y que además debilita la posición de Colombia en La Haya.

Por eso es necesario discutir juiciosamente el decreto, que es lo que se espera pueda hacerse con las autoridades ambientales, por el bien de la Reserva de Biosfera y de todos. Para ello conviene despojarse de prevenciones e ir con mente abierta a un dialogo al respecto. Porque hemos empezado mal; a críticas razonadas, quizá un tanto ásperas, se reacciona con frases categóricas sobre las bondades del decreto, pero sin argumentos para responder las críticas.

Es de suponer que el Ministerio socialice el decreto. Podríamos participar allí quienes hemos trabajado con el tema de Reserva de Biosfera en el Archipiélago, que somos muchos, entre quienes están las exdirectoras de Coralina y nuestra actual Secretaria de Gobierno, quién hizo su tesis de Maestría sobre Reservas de Biosfera, bajo mi orientación.

Quizá en esa socialización se demuestre que el decreto no “pordebajea” a la Reserva. O bien lleve a acuerdos para ajustarlo, de tal manera que eleve el nivel mundial de Seaflower y la convierta en un modelo de desarrollo sostenible para el Departamento Archipiélago. Lo que implica también un compromiso más fuerte de las autoridades locales, que no contempla el Decreto.

Dicen que es mejor un mal arreglo que un buen pleito; y es de Perogrullo que es mejor un buen arreglo que un mal pleito. Esperemos que así ocurra con este decreto que, en efecto, contiene elementos que bien aprovechados pueden favorecer a Seaflower, pero que requiere ser justificado (y además reforzado, pues se queda corto). Porque una cosa es lo que se le atribuye en los anuncios de su lanzamiento y otra la que se entiende al leerlo con detenimiento.

Y ojalá nos ahorremos el desgastante ejercicio que se ha tenido que hacer con muchas iniciativas gubernamentales recientes, a las cuales ha tenido que oponerse la comunidad y/o que han debido ser demandadas, en general con fallos favorables a los demandantes, ante la imposibilidad de discutirlas serenamente con un Gobierno que tiende a abusar de su posición de poder.

Recuérdense los innumerables proyectos hoteleros, el famoso ‘spa’, las explotaciones de hidrocarburos, el teatro Midnight Dream, el aeropuerto de Providencia y el proyecto del Fuerte Warwick, para hablar principalmente de casos ocurridos en Providencia.

¿Será que es posible enmendar un error como es debido y a las buenas? Yo me comprometo a hacerlo desde estas mismas páginas, si se me demuestra que mis críticas al decreto son erradas.

(*) N. de la R.: El 21 de marzo de 1804, en el castillo de Vincennes, cerca del centro de París, Louis Antoine Henri de Bourbon-Condé, duque de Enghien, fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento del ejército napoleónico. El duque de Enghien pertenecía a la estirpe de los Borbones y era familiar cercano de Luis XVI. Los historiadores aún debaten si el joven duque era parte importante de la conspiración que le atribuyeron sus verdugos. No obstante, este hecho desgraciado motivó que en toda Europa se levantase una ola de indignación contra Napoleón Bonaparte. Al enterarse de la noticia, el ministro de Relaciones Exteriores de Bonaparte, Charles Maurice de Talleyrand, expresó: “Es peor que un crimen, es un error”. Un crimen, a juicio de Talleyrand, es un delito cuya sanción recaerá sobre el criminal, y allí concluye la acción sancionatoria. Un error, -un error político que se comete desde la estructura de poder-, no recae exclusivamente sobre el que lo comete sino que termina afectando a toda la estructura.

Última actualización ( Sábado, 25 de Marzo de 2017 07:10 )