Sentimiento de abandono

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JORGE.GARNICA¡Ay! ¿Quo vadis ínsula? ¿Tus lances y tus irresolutos pasos te llevan al Hades o al Olimpo? Sophia, Palas Atenea, y Minerva ¿dónde están? Patria pequeña, patria querida, de abuelas y abuelos que aún sueñan en el horizonte invisible, alrededor de la intermitente luz… ¿Qué hago con este sentimiento de abandono? ¿En qué orillas naufragarán mis solitarios y gastados navíos?

Si no conocemos la respuesta es maldad pura inventarla.

Son las 11:23 p.m., enero 19, 2017. La voz es ronca; oscila entre el sentir trágico y la desesperación interiorizada. Un silencio pesado, tangible. De pronto otra mudez perceptible, tan palpable como la soledad a cuestas. Es la Radio. Es una cadena radial nacional. La voz quebrantada afirma sin equívocos: “Ahora no hay que hablar de corrupción en Colombia. Lo que existe es crimen organizado.”

Decadencia de valores, lentamente, vicio, indiferencia general hacia lo público, e intolerancia hacia la diferencia innocua; aprehensión patológica hacia lo privado —un pueblo sin futuro. Porque tener futuro implica tener esperanzas de cubrir mis necesidades básicas satisfechas; implica estar mirando con optimismo, más allá de ellas, hacia mi auto-realización como persona, y confiando, a la vez, que mi otredad, mi síntesis como colectividad, podrá aspirar a igualmente lo mismo. Porque yo no debo aspirar a mi auto-realización en solitario, como si fuera una isla; hay que buscarla con otros. Ser feliz a solas, en realidad, no es posible; la felicidad plena, genuina, solo es posible si la otra tiene también esa posibilidad.

Porque ante la mesa de trabajo de los señores y señoras de la radio, especulo, estaba sobre todo Dios; pero también madres y padres; instituciones estatales; instituciones educativas; vecinos y amigos; la omnisciente y omnipresente radio y la TV; libros y experiencias.

Estaban presentes asimismo el político y el educador; estaban presentes el comerciante y el hotelero; profesionales de distintas estirpes también; estaban presentes el sabio y el ignorante; estaban presentes el Raizal, los residentes —legales e ilegales— y el aventurero. Estaban presentes los que tienen voz y los sin-voz. Pero a pocos les importó: playas sin arenas y basura por doquier; dólares por montones y una lancha a alta velocidad; otro barrio aquí; otros acullá y acá, lejos de las necesidades básicas satisfechas. Una población inmanejable. Gente, gente, “tu bandera es mi bandera.”

¿Cuánto egoísmo, cuánta soberbia, cuánto altruismo estuvo sentado ante esa mesa durante los tiempos de nuestra crianza? ¿Cuáles fueron sus detalles? Porque de lo contario, ¿cómo se explica esto? ¿Todo esto? ¿Todo este imparable e indomable vaivén de indiferencia; todas estas irredentas promesas, ¿de retóricas y de convicciones espurias? Porque como decía el viejo alemán y barbudo, autor de El Capital, criticando a su maestro Hegel: filosofía que no se lleve a la práctica es una filosofía irracional, “es una actividad estéril.” Por tanto, injusta; por tanto, ciega. Y el hacedor de “Los camellos” salta sin mucha euforia de las páginas de la historia: “Porque si el barco se va apique, lo mismo perecerán el capitán como el último marinero que va leyendo libros gratos.” Y porque “Amamos la fatiga con inquietud secreta…”

De modo que, Nietzsche, Sartre, Camus, Kierkegaard, B. Russell, Dostoievski, Kafka, Gabo, José Ingenieros, Erich Fromm, et al: amigos míos ¿por qué me han abandonado? De tus fuentes bebo; de tus frutos como; de tus esperanzas vivo. ¿Quién, ahora entonces, escuchará mi voz? La vida no es muy distante. ¿Dónde podré hallar nuestro común desfibrilador moral, esa estética sublime, para sacudirnos de esta larguísima noche, de esta infecunda y necia somnolencia? ¿Cuándo germinará el bien para todos? ¿De los tantos surcos de penas, cuándo florecerá el bien?

Pero la misma pregunta sonámbula aún persiste: ¿Qué es primero, la existencia o la esencia? Para mí la respuesta es axiomática. Para otros sigue siendo una pregunta sin respuesta; de noches interminables e infinitas.

De suerte, por hoy, esta es mi plegaria: ¡Oh Neptuno, y con el favor y la aquiescencia de tus hermosas hermanas! Divinidad de aguas largas y cortas; dios de las profundidades acuosas; hogar de criaturas de movimientos suaves y excelsos; de criaturas de alados cuerpos; y bestias de voraces fauces; en esta tierra de amplias alas, ¿quién se quedará con mi heredad? ¿En qué nido prosperarán mis verdes tallos? Oh mar borrascosa, respóndeme; oh mar divina; mar de grandes y pequeños festivos; mar de azules infinitos; mar nívea y de olas severas.

Tú que todo lo sabes; tú que lentamente lames la tierra que tú misma forjaste; tú con tu calma de apariencias, ¿por qué no devoras la gula de tu tierra; ¿por qué no inundas las mieles ajenas a tu sino? ¿Por qué no consumes la soberbia de estos engreídos caminantes? ¡Inúndanos con tu ira; inunda nuestro desdén; inunda nuestra soberbia estupidez; inunda la altanería de este pueblo de duro cerviz. ¡Inunda esta tierra que un día viste nacer para que otro día otros puedan, ante el altar de la sabiduría, en ella cultivar su amor peregrino…!

Sí. Destruye, destruye, con tu altivez, Neptuno, para que mañana Venus pueda repoblar con amor, decoro y sabiduría. Tus hijos te dieron la espalda y se ríen de tus aventuras. ¡Oh! ¡Cuán ignorantes somos! ¡Destruimos el regazo de la madre!

Hoy es lunes y la tristeza abarca mi alma. Triste por tus mentiras; triste por las mías. Estoy abatido, cansado de morir lentamente; de ver tus ojos, oh tierra mía, cerrar ante la indiferencia de aquellos que un día permitiste la osadía de plantar sus razones y sus obsesiones en esta tu tierra. Sí, mar borrascosa, mar festiva. Otee en el horizonte nuestra indolencia; calcule la voracidad de nuestro desdén. Haz tu deber.

Bórrenos de la faz que un día diseñaste; hazlo con la suficiencia de tu furia; pletórica de desprecio, casi con placer de asesino. Oh, divino redentor, muestra a los necios la ira de tu rostro; muéstrales tu propio Armagedón; muéstrales de lo que es capaz la fuerza y la rabia de Neptuno; muéstrales cómo puedes destruir la torpeza de unos hijos ingratos, y que de ella también, como el ave Fénix, crear otra vez, una nueva oportunidad para los nuevos sabios… hombres y mujeres, niñas y niños, capaces de absorber la luz; mujeres y hombres dispuestos a aceptar la luz.

Os respondo, ¡oh pobre criatura mortal; pobre ignorante! No me indilgáis las razones de vuestros dolores, penas y vergüenzas; yo no soy, y nadie de mi morada es la causa ni las razones de vuestros desvelos; vosotros forjasteis vuestro propio destino; yo no soy el hacedor de sus pensares y penares; vosotros sois los dueños y señores de vuestro propio albur. Ahora os toca cosechar la hiel de vuestras desventuras. Buscad, entonces, vuestro propio remedio a vuestros males.

If something is broken, it needs to be fixed; and since we are unwilling, then Nature shall…

¿Y cuándo se hará algo, en serio, en cuanto a la insostenible e intolerable inmigración hacia la Ínsula?

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