Viabilidad y utilidad de una auto-determinación

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HAROL.BUSHQuisiera responder a la crítica hecha a mi artículo 'A Community in Search of Itself' por el destacado líder raizal Pastor Martínez en su excelente análisis en 'A Colonized People in Search of Self - Determination (I)'. El dolor que sentimos todos los raizales se describe allí mejor que en algún otro lado.


El doctor Martínez tiene calidad de líder raizal y esto le permite una posición más contundente e ilustre con respecto a las situación de los raizales y el mejor rumbo a tomar (en su visión más hacía la auto-determinación y el fin de lo que el señala como la colonización de Colombia sobre las islas).

Como simple observador trato también de poner las cosas en perspectiva y de buscar soluciones balanceadas y realistas, pero busco más bien debatir, criticar y generar opinión. Al igual que él, muchos hemos hablado ya de genocidio, atropello y cambio cultural tras el proceso de colombianización. En eso hay un acuerdo general y no es algo inventado. Está bien documentado y lo dicen claramente documentos oficiales que han salido a la luz pública. Es más, un documento de la época de Turbay Ayala habla de eliminar del todo al pueblo raizal.

En el fondo decimos cosas muy similares con respecto a la terrible situación del raizal y de las islas en general. Análisis parecidos pero con diferentes retóricas y señalamos caminos distintos a tomar. Esta división sobre estrategias nos debilita, pero nadie tiene el monopolio de las ideas sobre qué opciones tiene la comunidad raizal.


Solo ella en general puede decidir eso, dentro del marco permitido y bajo las restricciones y limitaciones de ser parte de un país y de ser una minoría electoral. Debemos aceptar el llamado que hace el doctor Martínez a analizar la realidad raizal, pero es algo que debe conducir a un diálogo y no en la imposición unilateral de una visión.


No me gusta el término colonización porque ahora tiene otra connotación distinta a la realidad de las islas (entre otras cosas porque muchísimos raizales hicieron posible el proceso de colombianización y la resistencia fue muy pequeña), aunque la incorporación física y cultural de las islas a Colombia se dio en un proceso afín a una colonización si se tiene en cuenta los discursos y acciones oficiales con respecto a las islas, tal vez hasta el gobierno de Turbay Ayala.


Las cosas se han ido cambiando y la nota en EL ISLEÑO del fin de semana pasado del contralmirante Vásquez, llamando a una mayor inserción de las islas hacia el Caribe para potenciar sus economías, indica claramente que Colombia, y en este caso el estamento militar, está más relajado con la cuestión de soberanía en las islas. Este es un cambio de doctrina de seguridad y soberanía regional que debemos tener en cuenta. Pero también hay que ver esto en el contexto de cosas similares prometidas una y otra vez y al unísono por lo civil pero nunca puestas en práctica.


Los raizales diferimos más que todo en el nivel de aceptación del estatus de las islas y hasta dónde se puede ir para posicionar mejor a la población raizal. Tiendo más a señalar que en muchos aspectos la realidad de las islas ha llegado a un nivel de no retorno, por triste y doloroso que me resulta decir esto. Y no veo que sea factible un corte absoluto con Colombia como se señalan en algunos frentes. Veo más bien la necesidad de hacer mejoras y ajustes.


La cuestión de auto-determinación es poco factible porque somos una minoría que no puede decidir un referendo, porque no existen mecanismos legales fáciles de que se dé, porque Colombia no lo va a permitir y porque un paso como tal implicaría vulnerar derechos adquiridos en las islas por no raizales, derechos que las normas internacionales también obligan a respetar. Todo complicado por el hecho de que lo raizal y lo no raizal en lo humano y familiar están tan entrelazados y a veces tan desdibujados que hacer una clasificación absoluta de quién es lo uno o lo otro es imposible sin entrar en los terrenos de la discriminación, exclusión, victimización, injusticia, y negación de derechos.


Aparte de la angustia que se genera teniendo en cuenta la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, esa simple idea para muchos hace pensar en más recientes intentos de limpieza étnica, algo más condenable y grotesco que la negación de la auto-determinación de un pueblo.


¿Para qué la auto-determinación?


Pero más importante es la cuestión que hay detrás de un ejercicio de auto-determinación. ¿Para qué hacerlo? ¿Qué implicaciones prácticas tendría para las islas en general y para los no-raizales en particular? Para nadie es claro qué se busca con algo así y los líderes raizales no han esgrimido una justificación o un mapa de ruta.


Es claro también que para algo así no se puede sacar de la fórmula a los no raizales. Las islas ahora son multi-étnicas y multi-culturales y eso se tiene que respetar, independientemente de la oposición que algunos tengan hacia Colombia o hacia los procesos de colombianización de las islas. Vulnerar los derechos de los otros grupos es ilegal desde todo punto de vista y quitaría legitimidad a toda acción que se haga a favor del raizal.


Adicionalmente, no hay garantía de que un ejercicio de ese tipo traería más bienestar o un mejoramiento etno-cultural raizal. Se pueden acentuar y respetar las características raizales dentro del actual esquema, al tiempo en que se debe exigir en tomas de decisiones institucionales una mayor injerencia en los asuntos de las islas (desde luego esto se viene dando ya con sendas decisiones de la Corte Constitucional como lo atestiguó el caso del Spa de Providencia).


Nada fácil. Sabemos que el Estado colombiano no cumple, es ineficiente, es lento, es olvidadizo, hay sitios del país con mayores problemas, pero con presión y escrutinio se pueden lograr cosas. Los grupos indígenas del país logran muchas cosas porque ejercen mucha presión y están bien pilas con todo. Nosotros hablamos mucho pero hacemos poco.


Por el lado socio-económico debe haber acciones encaminadas a potenciar mejor a los raizales en la economía. Una forma de empezar es recuperando elementos raizales que en el pasado los visitantes de las islas apreciaban e iban a ver, pero que ahora no existen. Se pueden extender líneas de créditos blandos que les favorezca entrar en el sistema productivo.


Se puede hacer más por la cultura. ¿Cómo es posible que la Casa de la Cultura del Centro, un edificio que debería ser patrimonio nacional, se esté cayendo? Es un monumento al descaro institucional, tanto nacional como local. Vale más un andén que una institución tan importante para lo raizal y la historia y cultura de todo San Andrés.


Recuperarla y hacer conciertos y espectáculos artísticos raizales es una forma de mejorar el posicionamiento de los raizales en la economía, al tiempo que llenaría un vacío ya que muchos turistas quieren ver cosas isleñas caribeñas. También hay que posicionar mejor a las posadas nativas (algo desafortunadamente no bien visto por el poderoso gremio de hoteleros). Generan ingresos y crean empleos en el sector raizal.


La realidad contradice


San Andrés ha cambiado mucho y no volverá a lo que era. Por eso la mejor opción es tratar de mejorar la situación de cada comunidad y tratar de convivir mejor bajo un esquema de respeto mutuo y garantía de preservación étno-cultural y lingüístico. Las diferentes comunidades en las islas han venido coexistiendo desde hace un buen tiempo. Aquí se trata de respetar los derechos de cada grupo, dentro del marco institucional/legal nacional y las normas internacionales. Recordemos que los derechos raizales llegan hasta donde se comienzan a vulnerar los de las otras comunidades de las islas.


Lo que resalté sobre simbiosis cultural y el hecho de que adaptamos cosas de otras culturas no era una aceptación de que lo raizal está llamado a desaparecer. Al contrario, es una aceptación de que diferentes culturas y etnias pueden convivir juntas y el ejemplo de Londres como sitio multiétnica y multicultural lo comprueba. También lo hace San Andrés misma, pero existe el riesgo de que el énfasis en lo raizal crea mayores fricciones comunitarias.


En el mundo moderno, al igual que en el pasado, es difícil para una cultural blindarse de influencias y cambios y ser ella misma a través del tiempo. Las culturas cambian y se adaptan, pero la identidad es lo que las mantiene unidas y nuestro problema es de resquebrajamiento de nuestra identidad forzado por los cambios de los últimos 110 años y por la pérdida de control sobre nuestras islas por la inmigración. La identidad se nutre de lo cultural y lo histórico y estos a su vez de elementos nuevos que una comunidad adapta, cambia o mejora.


Time to move on

Es tiempo de superar esas horribles cosas que hizo el Estado colombiano contra lo raizal y tratar de diseñar fórmulas para hacer avanzar la causa raizal y recuperar cosas perdidas. En estos aires de reconciliación desde La Habana, Colombia también debe reconocer sus fallas y hacer reparaciones.

De alguna manera está haciendo todo eso pero nosotros debemos ejercer mayor presión y señalar el camino con propuestas viables y realistas. We need to move on. We need to stop being negative and use our pain and worries to forge a better future, not to make things worse for the islands. By not moving on we harm the raizal cause. It is not surrendering. It is called being realistic and pragmatic.


Con todo el respeto y la consideración que se merece el doctor Martínez, esto no se logra con una simple auto-determinación. Puede que en una muy remota posibilidad un rompimiento definitivo con Colombia nos lleve a una situación donde el raizal se vuelva dueño del destino de las islas y ejerce control sobre la política local, pero a un costo enorme y frente a una incertidumbre total.


Tampoco un rompimiento garantizaría que lo raizal perdure en la historia. Miremos a las Islas Caimán y a tantas otras islas del Caribe que han perdido por completo su identidad tras ser absorbidos por el esquema de turismo internacional dominado por el mercado y el entorno cultural y económico norteamericano.


Nuestra cultura debe ser conservada para la posteridad y por eso Colombia debe facilitarnos ser lo que siempre hemos sido, anglo-caribeños en un esquema de aceptación y promoción de minorías como ha hecho en otras partes del país. La cuestión de Nicaragua y soberanía ya superaba, es tiempo de mover al terreno de recuperación y respeto. En lo militar se relajaron las preocupaciones. Ya los burócratas de Bogotá deben acomodar su aproximación más a las necesidades de las islas.


Un cambio radical no necesariamente llevaría a una mejora en la situación raizal, pero también un enfrentamiento directo con Colombia no nos ha llevado a ningún lado en tantos años y no augura un buen futuro. Debemos superar este impasse. Hablemos mejor de compromisos y negociaciones. Tenemos perfectamente argumentos válidos y plenamente respaldados por las circunstancias, los hechos y las normas, y parecen existir las ganas y la obligación de Bogotá de escuchar y hacer algo debido a presiones constitucionales, de opinión y a raíz del fallo de La Haya del 2012. Pero no estamos unidos ni hemos presentado una propuesta concreta, válida, de aceptación general y sobre todo viable.


Una panacea y un gran obstáculo


Las propuestas de auto-determinación son una panacea para esconder el hecho de que los raizales no hemos podido llegar a un acuerdo en lo que queremos y aún existen fuertes divisiones entre la misma comunidad (y más aún poca idea en Bogotá sobre lo que se quiere y se puede dentro de lo permitido, lo cual se traduce en que nada se hace).


Es fácil decir que debemos decidir nuestro propio destino, pero en la realidad es poco probable que se dé y de llegar a ese paso sería un camino altamente peligroso por la incertidumbre, inseguridad financiera, chaos, trastorno económico, resquebrajamiento comunitario, divisiones internas y la culminación de una propuesta regionalista e independentista radical que no otorgaría a las islas un futuro sólido (¿A falta de los generosos subsidios de Bogotá, cómo funcionarán las islas en el inmediato futuro? ¿Qué pasará con los no raizales?).


Las necesarias y justas rectificaciones a los daños raizales a lo largo de los años no necesariamente van mano a mano con un cambio de estatus de las islas. El enfoque debe ser hacia cambios dentro de los esquemas existentes y no un incierto y peligroso futuro de quiebre total.


Para algunos también hay un enorme abismo entre el discurso de respetadas opiniones raizales y las propuestas de soluciones realistas que desde Bogotá aceptarían y ese abismo precisamente ha conllevado a la inactividad de Bogotá y la incapacidad local de forzar a Bogotá a hacer algo, de manera que a los raizales se nos puede criticar por nuestra ineficiencia, el puro bla bla bla y por nuestra posición intransigente del todo o nada.


El factor Bogotá es crucial aquí. Colombia no va a dejar a las islas salirse de sus manos. Punto. Dentro de los esquemas permitidos por la Constitución, puede otorgar un mayor nivel de autonomía (de hecho la Occre ya representa esto).


Eliminando o achicando este abismo crearía un acercamiento y por ende soluciones concretas. Lo digo por experiencia propia porque el Decreto 2762 de 1991 que en cierta medida controla la población de las islas, casi se nos descarrila por las propuestas radicales del grupo SOS que controlaban las discusiones iniciales. Al final tuvimos que pelear por una propuesta balanceada, realista y aceptable para el gobierno central, propuestas que fue aprobada casi intacta. Esto muestra que no logramos nada con ser demasiados radicales, pero también que sí podemos lograr un consenso entre los isleños y también vis-à-vis Bogotá.


La propuesta de auto-determinación solo hace que Bogotá y la comunidad raizal se alejen más de soluciones necesarias y que el gobierno nacional más bien cierre filas en torno a asegurar la soberanía colombiana sobre las islas, de paso negando más acciones para lo raizal.

Última actualización ( Sábado, 05 de Diciembre de 2015 08:53 )