Sobre la discriminación racial

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Esta es la razón por la cual me refiero hoy al Racismo. Un problema social que ni siquiera el espíritu humanista que caracteriza a nuestra época ha podido erradicar por completo. Como si el hecho de haber superado el sedentarismo intelectual que promovía la Iglesia en el pasado y haber logrado que la ciencia haya puesto al alcance de todos el conocimiento humano, no fuesen suficientes elementos de juicio para comprender que toda persona tiene los mismos derechos y libertades, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, o de cualquier otra índole.

Una de las cosas que aún persisten, rabiosamente, inclusive, es la resistencia de muchos a reconocernos como mestizos —ya sea por la sangre o por la cultura— como lo hizo Bolívar cuando pensó en la necesidad de independizarnos de España. Fue de los primeros en concebir que a esas alturas ya no se podía hablar de un continente indígena o africano o de blancos europeos, sino de un continente americano.

O sea, una mezcla de todos ellos. Un tejido humano hecho con las agujas dolorosas de las tragedias que nos tocó padecer. Una sociedad enriquecida para siempre con los aportes de la historia que nos correspondió en suerte y las corrientes de intelectualidad que inundaron estas tierras.

Por eso, hay que sacar de nuestra memoria aquellos conceptos impuestos por las cúpulas sociales de antaño —y las que subsistan al presente— que consideran el color de la piel como factor determinante de las calidades y cualidades de un ser humano. No es tiempo ya de distinciones de esa clase.

El hecho de que la esclavitud se hubiera dado en este terruño, es bastante razón para desterrar, de una vez por todas, la discriminación racial. La ciencia, la filosofía, y la experiencia de nuestros ancestros, nos han demostrado que se trató de la peor equivocación cometida por la humanidad.

Nada como la reunión del color y del ritmo, de la energía y la esperanza, que se dio en este cruce de razas que hubo aquí para desprenderse de aquellos dogmas que aún no aceptan que es un error pretender desconocer que el ser humano es libre, un individuo inviolable, un ser soberano por naturaleza.

Por Nadim Marmolejo Sevilla

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