Frente a este tema tan incómodo, deberíamos empezar por aceptar que si bien es cierto que las lluvias han contribuido en el desborde de las aguas residuales, también sería justo que, en favor de este entorno natural que tanto ha dado al sector turístico y a la gobernación, la ambición se detuviera un poco y nos permitiéramos repensar que es lo más conveniente.