Si ante la situación no hemos comenzado a desnudarnos, gritar y tirar los televisores por la ventana. En este violento paraíso se esconde la peor de las serpientes: la falsa piedad. Repartir la responsabilidad de los atracos y asesinatos ocurridos este año “entre todos” como si fuera un tinto caliente es como firmar un cheque en blanco a la impunidad y cobrárselo a los deudos.