Cuando el archipiélago era libre, se acostumbraba a sepultar a los deudos en un camposanto familiar. Desde 1912 con la ‘invasión’ estimulada por la ley 52 del gobierno nacional y, más tarde, con la apertura del Puerto Libre, la sobrepoblación se tomó San Andrés, y paulatinamente se eliminaron varios cementerios, pues al parecer alguien pensó que en la ‘isla de la fantasía’ nadie se moriría.