Recuerdo los días en que nuestros padres, balde y herramientas en mano, hacían frente a las inundaciones o los pocos incendios presentados: sudorosos y decididos más allá del cansancio, enfrentaban los eventos. Unidos y con valentía mitigaban los efectos de las desgracias presentadas.

Lo que ha quedado bien claro del plebiscito es que los gobiernos locales y nacionales no siempre captan los deseos de la gente y no pueden seguir ignorando la opinión popular. En Colombia y en las islas la gente se vuelve cada vez más desconfiada de las acciones oficiales y por eso quieren mayor injerencia en las decisiones finales.

A mediados del mes de agosto este periódico recordaba lo sucedido a primeras horas del 16 de agosto  de 2010, cuando “un avión Boeing 737- 700 adscrito a la compañía Aires procedente de la ciudad de Bogotá, se estrelló en la cabecera de la pistadel aeropuerto de San Andrés con 121 pasajeros y seis tripulantes a bordo”.

El 5 de octubre recordé que hace cuatro años no estaba en la isla para manifestarme por la pérdida territorial, sino en México, haciéndolo en rechazo a la manipulación mediática y al simbólico retorno del PRI con el hoy fracasado presidente de ese país Enrique Peña Nieto.