Para la economía del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina que dos compañías –que se repartían, más o menos, la mitad de la ‘torta’ local– declaren casi al unísono el cese de sus operaciones, es una noticia impensada, aun para los más pesimistas analistas del mercado. Un titular de terror en la era de la pospandemia.