Termina el año y con él vuelan esperanzas y se afianzan ilusiones. En el tema educativo San Andrés es un tejido de sentimientos entrecruzados y de realidades que a veces duelen.

La vida de un hombre según, mi profesor de Gerencia en Salud, se dividía en tres etapas. En la primera, era aprendiz, sometido a los horarios que le imponían, tenía que aprender lo más que podía, pasaba las horas repitiendo tareas que podía considerar rutinarias, hasta dominarlas, leía todo lo que sobre el tema que le interesaba había, veía a su maestro con admiración o desgano, según este fuese inspirador o desalentador.

En términos matemáticos, lo que ocurrirá este 31 de diciembre de 2014 es que la tierra completará una vuelta más alrededor del sol y 365 giros sobre su propio eje. A las doce de la noche se cumplirán 8.760 horas de viaje por la órbita espacial y el día y la noche número 182 y 1/2. Como quien dice: se cumplirá otro ciclo natural.

La novela recientemente lanzada por Keshia Howard Livingston, narra a través de personajes imaginarios y reales la verdadera historia de las islas. Ahora bien: cualquier tema contado por una mujer siempre lucirá muy diferente que por la pluma de un hombre. A pesar de que ellos son los “jefes del hogar” y de que los grandes historiadores son, en su mayoría, masculinos.

Desde hace muchísimos años tengo un profundo afecto por la isla de San Andrés. Tengo muchos amigos y una hermandad con raizales que me han hecho sentir en casa. He seguido con atención la problemática de la isla y he intentado ayudar participando en proyectos para mejorar la calidad de vida, especialmente en la parte sur.

Pensar en volver supone muchos desafíos, después de estos años en el exilio son muchas las dudas que la vida te propone. Pero para las dudas: los amigos. Y yo cuento con un selecto arsenal, que parece sin darse cuenta distribuirse las cargas de mis males.