En términos matemáticos, lo que ocurrirá este 31 de diciembre de 2014 es que la tierra completará una vuelta más alrededor del sol y 365 giros sobre su propio eje. A las doce de la noche se cumplirán 8.760 horas de viaje por la órbita espacial y el día y la noche número 182 y 1/2. Como quien dice: se cumplirá otro ciclo natural.
Lo nuevo, y terrible a la vez, es que el 2014 pasará a la historia como el año más caliente, según los expertos, debido al cambio climático. En otras palabras, los efectos nefastos de la actitud depredadora de la humanidad, su multiplicación inevitable y consumismo, ya no son simples especulaciones ni caprichos de gente loca o sombríos anuncios de aves de mal agüero. La vida sobre el globo terráqueo está realmente en serio peligro de resultar calcinada, como los dinosaurios.
Este año también será recordado por la temible violencia con raíces religiosas que ha cobrado la vida de miles de inocentes (niños y mujeres, especialmente) en países como Palestina, Pakistán, Siria, Irak, entre otros de la región. La guerra en Ucrania también aportó una alta cuota de muertos e incrementó los problemas en materia social, económica y política de este país de la ex unión soviética.
En occidente, Europa llega al final de este año con fuertes dolencias aún debido a la crisis económica que puso en aprietos a países como Grecia y España, especialmente. Estados Unidos, por su lado, determinó esta semana que acaba de pasar ponerle fin a su enemistad con Cuba y restablecer relaciones diplomáticas. Lo cual significa el principio del fin también del aberrante bloqueo comercial contra ese país caribeño tras 60 años de venir aplicándolo de manera inmisericorde. Además, la preponderancia de su economía y su moneda en el mundo empieza a renovarse. Empero, nada que supera sus arraigados problemas de racismo.
En Colombia, el 2014 acaba con posibilidades ciertas de alcanzar la paz más pronto que tarde, luego de 50 años de un conflicto armado que se ha pervertido de tal manera que son innombrables muchas de sus consecuencias visibles. Paz que de lograrse contribuirá a que no tengamos que seguir recurriendo a las bombas y a los fusiles para entendernos e invalidará el sello del odio y la desventura que hemos labrado durante medio siglo a punta de arrogancia e indiferencia hacia los acuerdos fundamentales que requiere el país.
En San Andrés y Providencia esperamos que la violencia infernal del narcotráfico y las pandillas de los barrios, la cual cobró con saña la vida de muchos jóvenes este año, pueda ser superada en 2015 con las debidas decisiones y acciones políticas y legales, sociales y humanas que correspondan. Es necesario insistir en que los jóvenes que no reciben —ni en casa, ni en la escuela, ni de parte del Estado— la atención, la orientación y la educación adecuada son los más propensos a caer en las garras de la ilicitud y el crimen.
Por lo tanto, desde ya deseo que el 2015 sea el año que nos permita reponernos de estos duros golpes y retomar el buen camino en todos los sentidos.
FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO
COLETILLA: Esta columna de opinión reaparecerá el próximo 17 de enero de 2015.
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