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elisleño.com - El diario de San Andrés y Providencia.

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La seguridad de las islas

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Indiscutiblemente, la inseguridad urbana es el problema más delicado que ha heredado el actual gobierno nacional. Durante los últimos días no hemos visto otra cosa que el accionar de la delincuencia común y organizada.


 

En la Colombia continental, la ciudad de Medellín es la que presenta el estado más grave. Lo que pasa en su comuna 13, es para enloquecerse. Pero de lo que quiero ocuparme en esta columna, guardando las proporciones, es del deterioro espantoso que ha sufrido la seguridad de las islas.

Y no sólo por causa del narcotráfico, que se comporta como el problema más relevante debido a los numerosos homicidios, nunca antes vistos en nuestro territorio insular, incluso de inocentes, que se han visto en los últimos meses. Es también por el crecimiento de los actos de la delincuencia común, según los reportes de las autoridades dados a conocer por la prensa local. Hace poco tiempo atrás no era normal que se informase acerca de tantas acciones delictivas; recuerdo que el boletín de la policía sólo daba cuenta de esporádicos raponazos, atracos con arma blanca, robos menores, y uno que otro ahogamiento del algún turista embriagado. Tristemente, eso ha cambiado.

Suelo leer en la web con suma atención las noticias que provienen de San Andrés y Providencia, y golpea muy fuerte en el alma cuando me entero de asesinatos y alteraciones del orden público nunca antes registrados. Aunque, lo que más me preocupa es el inusitado incremento del sicariato, una modalidad de violencia ajena a los nativos, que está poniendo contra la pared la ancestral tranquilidad de las islas. Y quisiera uno como retroceder el tiempo y volver a aquellas épocas en que era posible andar por las calles sin temor a nada ni a nadie; sentarse en el malecón a departir con los amigos y turistas; prender una fogata en la playa para disfrutar del paisaje esplendoroso del Caribe; y dejarse embestir por el amor como por olas inquietas del mar de los siete colores.

Por tanto, hago votos porque la estrategia y las políticas gubernamentales que se han implementado contra este flagelo tengan éxito. E invoco la participación ciudadana en la tarea de combatir la criminalidad y el desorden público que se quiere incrustar en estas ínsulas. Hay que desplazar el miedo y la indiferencia que se acuna en las gentes buenas cuando las malas toman la delantera e inmunizarse contra la incomprensión.

La prensa, por su lado, tiene la tarea inestimable de no bajar la guardia en su vigilancia y denuncia del delito, sin reparar cuán oscuro y perverso sea. Las autoridades, entre tanto, deben poner todo el empeño y la fortaleza en la ejecución a cabalidad de sus planes de lucha contra las huestes del mal. En una anterior columna destacaba la solidaridad isleña como una de sus grandes virtudes, y así lo reitero, pero esta no sólo debe emplearse en ayudar a las víctimas de las tragedias impredecibles, sino en contra de los factores que agreden la paz y la convivencia que con tanto sacrificio nos heredaron nuestros ancestros.

Coletilla: “El periodismo mantiene a los ciudadanos avisados, a las putas advertidas y al gobierno inquieto”. Francisco Umbral.

Última actualización ( Sábado, 11 de Septiembre de 2010 10:47 )  

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