La zona de 'Little Reef', luminoso espacio de la Reserva de Biosfera Seaflower, viene siendo asediada por depredadores de todo tipo que lenta, pero inexorablemente, la están convirtiendo en un desierto submarino inhóspito y superficial.
Poco es lo que hacen las autoridades para prevenir este proceso propiciado en buena parte por prestadores de servicios y espontáneos ocasionales, ambos irresponsables y, al parecer, ignorantes de las riquezas que este santuario ambiental encierra.
Además de las oportunas acciones rescatistas de la Armada Nacional para salvaguardar la vida y bienes de los que extravían su rumbo en esta zona, muchas veces por falta de previsión, o elemental conocimiento de las leyes marinas; las autoridades brillan por su ausencia.
Sobre todo las ambientales, como Coralina, entidad llamada a planificar, liderar y ordenar el uso de estas franjas, convocando a los operadores y usuarios de esta y otras Áreas Marinas Protegidas (AMP) del archipiélago, haciéndolas respetar y querer. So pena de sanciones en el caso de violaciones a la normatividad.
Sin ir más lejos, como parte del fortalecimiento de la mencionada AMP Seaflower y en el marco del proyecto ‘Protección de la Biodiversidad en la Región Suroccidental del Caribe’; San Andrés fue sede la Reunión Anual del Consejo Asesor Internacional (International Advisory Board - IAB) en noviembre de 2012.
Una importante reunión –como tantas otras que se hicieron– a la que asistieron el Gobierno Departamental, la Armada Nacional, buzos, pescadores y los delegados de los diferentes gremios que hacían parte del Subcomité de Usuarios para el Área Marina Protegida Seaflower. ¿A dónde fue a parar esta iniciativa? ¡Hay que retomarla!
Muchos de los que allí estaban –y se comprometieron nacional e internacionalmente con esta causa–, siguen allí… Es hora de retomar ese liderazgo que ejerció durante dos décadas la autoridad ambiental por excelencia de las islas. Admirada y controvertida, pero, ante todo, respetada por todos.
Los que no han abandonado su fe, los que siguen allí y vigilan día a día, palmo a palmo, las áreas que conforman nuestro mayor tesoro ambiental y, desde luego promocional, son los que la viven y aman de verdad. Pescadores artesanales, buzos, e incluso lancheros que conocen y respetan sus senderos y laberintos, que Dios creó con sabiduría única y universal.
Como estos tres muchachos auto denominados ‘Guardianes de Little Reef’, que descubrieron de inmediato y denunciaron valientemente y con conocimiento de causa, el daño efectuado esta semana contra el arrecife, como si se tratara de un accidente en el patio de sus viviendas.
Necesitamos muchos más valerosos guardianes de los arrecifes. Y autoridades comprometidas que igualmente que los respalden.