Después del fallo definitivo del conflicto limítrofe entre Colombia y Nicaragua en La Haya, sentimental y afectivamente esto quedó como si un tsunami o un huracán hubieran abatido las islas; después de ver en cámara lenta como se nos iban borrando los territorios marítimos como agua por los dedos, dejando los cayos como inútiles piedras en nuestras manos.
Claro, el Presidente Santos al sentir lo mismo como primera autoridad del país se vio obligado a visitar la zona afectada por las grandes olas y los fuertes vientos y probablemente dará una declaratoria de emergencia para las islas.
Entonces el tsunami destapó las rocas en las playas llevándose la arena para otro lado: ahora sí “hay que recuperar las playas para impulsar el turismo”.
Nuestros pescadores artesanales que han ejercido soberanía en estos mares por los siglos de los siglos, han quedado a la deriva…: ahora sí, “se ejecutarán algunos millones de pesos para ayudarlos”.
–Woyayay, Mr. President, huricane ¡buff! mi pobre casa: ahora sí, “vamos a dar vía libre a la construcción de 240 viviendas para la isla”.
La tormenta también malogró la peatonal: ahora sí “habrán recursos para su recuperación”.
–Mr. Angelino ¿en San Andrés y no hay un cardiólogo? Ahora sí: urgente un cardiólogo para las islas porque antes del tsunami allá nadie tenía corazón.
Los periodistas que vinieron en bonche a cubrir los resultados del siniestro, aprovecharon para dar la vuelta a la isla en carritos de golf y en un momento pensaron que estaban en la luna, pues los cráteres que dejó el huracán en la carretera circunvalar los obligó a preguntarle a los representantes del gobierno: “ala chinos por qué no arreglan esas calles”.
Isleños, por amor de Dios no nos dejemos endulzar una vez más con promesas y palabras que son meramente obligaciones de los gobernantes pagados con nuestro trabajo y sudor.
Una vez más la oferta del bom bom bum al niño con lindo y colorido empaque, y chupa que chupa y chupa, y al final…: “mamá disya bom bom neva com wid chiclet”