Y las autoridades aeronáuticas internacionales acaban de sentenciar que si dicho proyecto no se realiza el aeropuerto de la isla podría ser descertificado. Lo que quiere decir que para el gobierno esta obra tiene que hacerse.
No se qué piensan los gremios turísticos de las islas al respecto, imagino que deben apoyar la idea, pero la comunidad aledaña a la pista de aterrizaje ha hecho saber que no está de acuerdo con dicha ampliación. Y eso no es un asunto de poca monta.
No se a ciencia cierta cuáles son las razones fundamentales que tiene el vecindario para estar en contra de un proyecto que parece bueno, lógico, además, pero es fácil deducir que, entre otras, debe estar atravesada la tremenda incredulidad de la gente hacia las promesas que comúnmente hace el gobierno.
Por lo tanto, no le será fácil a las autoridades obtener la confianza de estas comunidades respecto al plan de reubicación que les han propuesto. La palabra del Estado, tristemente, no cuenta con mucho valor entre la ciudadanía debido a las dolorosas experiencias que han vivido millones de colombianos que han visto tantos ofrecimientos oficiales sin cumplirse.
Como ejemplo están los miles de damnificados de la pasada ola invernal que todavía no ven hecho realidad las ofertas de reubicación o reparación de sus casas que les hicieron cuando se les inundaron o se les cayeron. La falta de seriedad por parte del gobierno ha hecho de la promesa una mercancía que se vende al por mayor sin ninguna garantía.
La ampliación de la pista de aeropuerto de San Andrés, con la cual la industria turística de las islas podría alcanzar altos niveles de competitividad a nivel nacional y mundial, requiere un manejo diferente para que se den las cosas como las quieren tanto el gobierno como la comunidad en general.
COLETILLA: “El castigo de los inconformes es la desesperación”
Alberto Garzón.