Hace 25 años reinaba el Súper Tanque de Guerra, una máquina loud speaker de esas que conocemos como ‘pick up’, fuertes, de altos decibeles, prohibidas para la salud auditiva, pero que en aquel entonces eran el deleite de muchos que se extasiaban con los ritmos preferidos traídos allende los mares y que cuando cerraban los ojos en un ritual lleno de erotismo, los trasportaba a escenarios imaginarios deseados.
Unos años antes y en preparación para lanzarnos en la aventura de nuestro festival, iniciamos al grupo The Rebels Home Boys y con frecuencia en muchos fines de semana hacíamos del Viejo Coliseo una gran pista de espectáculo y de baile con la interpretación de los ritmos caribeños en creole, en inglés y en español de los éxitos de los artistas más destacados del momento.
Esta opción musical atrajo a los jóvenes de todas las clases y categorías sociales en la isla, en sana diversión con cero agresiones físicas, sin conflictos y sus presentaciones comenzaron a colmar el escenario al punto que con la autoridad de policía presente establecíamos cupo lleno por seguridad y para garantizar la calidad del espectáculo.
Fue entonces cuando el dueño del Súper Tanque de Guerra nos retó a un duelo musical increíble.
Le anunciaba a todos que él tocaba mejor que los Rebels H B, que no solo tocaba mucho mejor –con su máquina pick up- sino que también tenía más resistencia y podía tocar toda la noche seguido, cosa que esos muchachos no podrían hacer. Lo anterior no fue fantasía, es parte del realismo mágico en nuestra isla.
Con los Rebels H B se sembraron semillas para el surgimiento de grupos y de artistas en el archipiélago. Se hicieron posibles muchos sueños.
Historias compartidas de protagonistas de cuentos y narraciones, exposiciones de artes plásticas y esculturas, conferencias sobre amplias gamas de la cultura popular en nuestros países, la medicina de las plantas, la arquitectura, los usos y costumbres, los poetas y sus poemas, escritores, las carreras de caballos y de botes que antes eran para transportar cocos, los peinados de pelo de negros y negras, la culinaria afro-caribe, los postres, las bebidas de la región de yerbas aromáticas y relajantes.
En este anhelo de renacer brotarán de nuevo sueños para señalar el camino y abandonar la inactividad abriendo paso al Green Moon Festival, un patrimonio inmaterial que desde hace 25 años brilla con luz propia para la visibilidad que necesita nuestra gente en las islas.
Magia registrada
Y cómo lo dije aquel 21 de mayo de 1987 en los patios de la gloriosa Casa de la Cultura, en sus 42 años de servicio es que debemos convertirla en Patrimonio Histórico y Cultural del Departamento y levantar orgullosamente sus instalaciones para el servicio de la comunidad en el lugar más precioso de la isla:
“Muy dentro de nosotros ha estado siempre el sueño de este encuentro, encuentro con nosotros mismos, poseídos de la más bella combinación de razas y mitos armoniosamente mágicos”.
Cuando subió a la tarima esa noche un hombre negro de 62 años, calvo y místico, vestido con una gran túnica de colores vivos; con su banda de ocho músicos que no hablaban ni español, ni inglés, y levantando sus manos saludó en creole francés, la gente apenas lo creía, era nadie menos que el gran Coupé Clué de Haití.
Venerado por los isleños durante años y cuya música se hizo popular en las islas por los pickups, esas máquinas fiesteras como el Súper Tanque de Guerra, su dueño -el mismo de la apuesta- estaba ahí esa noche para atestiguar lo contrario a lo que venía pregonando: él decía que los organizadores del Green Moon Festival no seríamos capaces de alcanzar una estrella tan alta como la que estaba esa noche en tarima.
Así de grandes eran Coupé, la Familia André, Son Palenque, Toto La Momposina, Burning Flames, Kaskas, Diblo Dibala, O.J Ekemode & The Nigiarian All Stars, Habana Son, Melodías del Ayer, Manguaré, Granma, Alfredo de la Fe, La Nueva Troba, Grupo Garifuna, Andy Palacio, The Itals, Culture, Inner Circle, Bunny Ruggs de Third World, Bigga, Grupo Madera, Daiquirí, Kaiso Jazz Ensamble, The Mighty Sparrow, el más grande del calypso, Basssingo, Manuel Jiménez y su grupo, el Grupo Folclórico de Blue Fields, Cañabrava, Julián Rojas, nuestro rey vallenato, Willie Bee, Alban Mclean, Ben Green, y otros.
Llegaron de la República Dominicana, Antigua y Barbuda, Zaire, Nigeria, Cuba, Honduras, Belize, Jamaica, Venezuela, Trinidad y Tobago, Martinica (Francia),y Nicaragua, de nuestra Colombia, de la vecina isla Providencia y Santa Catalina, más los de casa, que en las celebraciones de la gran familia Caribe y africana con los años compartieron con nosotros.
Esta evocación es el renacer. Con nuevas fuerzas alzaremos banderas para hacer brillar las luces del entusiasmo y la creatividad a favor de la mejor promoción para nuestro Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
El Festival de la Luna Verde son muchos hombres, mujeres y niños de este Caribe único, nacido del encuentro de distintas culturas que dieron noticia a todo el mundo de nuestra realidad sonora, sensual y alucinante.
La imperiosa necesidad de no quedarnos solos es motivo suficiente para reaccionar y mirar otra vez nuestra historia y empezar a cantarles nuevamente a hermanos y vecinos de mar y tierra, para romper con las fronteras imaginarias y soñar con una gran nación de todo un continente.
Es tiempo para soñar, es hora de restablecernos, momento para izar las banderas con alegría y cantar de nuevo himnos a la vida, de volver con el Green Moon Festival.
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