La lengua creole (kriol) de los raizales del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, está pasando por uno de sus mejores momentos de fortalecimiento, convirtiéndose a la vez en la principal herramienta de autodeterminación del Pueblo Raizal.
El 21 de febrero, mes en el que se conmemora en el mundo el Día de la Lengua Materna, y los raizales celebran el día de la lengua Kriol, tuvo lugar un hecho histórico: el lanzamiento del primer diccionario en Kriol, titulado “Fahn Fi Wi Kriol tu English Dikshonery”, de la traductora raizal Julie Espinosa. Esta obra es una herramienta educativa y un acto de resistencia cultural que marca uno de los hitos más significativos de la autodeterminación y autonomía raizal, por la cual se ha luchado durante décadas en escenarios muchas veces estancados y desgastados.
Como grupo étnico asentado en un territorio propio, la realidad del pueblo raizal es alarmante: la sobrepoblación, la pérdida del maritorio y la amenaza constante a su cultura nos ha llevado a vivir en un estado permanente de resistencia. En ese contexto, el Kriol se ha convertido en el corazón palpitante de esa defensa.
¡Y cómo no! El Kriol es el principal valor de auto-reconocimiento de los raizales, una lengua que ha sido vulnerada incluso desde la institucionalidad que proclama protegerla, pero que en la práctica incumple leyes y marcos jurídicos, poniendo en riesgo a toda una etnia.
A pesar de su vitalidad oral, el Kriol no se ha librado del riesgo de desaparecer. Entre sus hablantes naturales, estudiosos y defensores acérrimos, la lengua ha vivido debates complejos: se debe o no escribir, cómo escribirla, con qué reglas, si debería o no tener un sistema ortográfico. Estos desacuerdos, aunque tensos y algunas veces pasados de tono, son también parte fundamental del proceso de construcción colectiva, aunque algunos no lo entiendan aún.
En estos procesos orgánicos y académicos, diversas voces raizales se han posicionado, enriqueciendo el camino hacia esta autonomía lingüística real que estamos viviendo hoy. Voces como las de estos pioneros que ya no están: Walvin Petersen Bent, Dulph Mitchell, Oakley Forbes y Adel Christopher, han sido clave para sembrar en el terreno que hoy florece como la primavera raizal y continúan avanzando con los trabajos orales y escritos de: Lolia Pomare, Emiliana Bernard, Aliciano Williams y Juan Ramírez, entre otros escritores raizales, contribuyendo significativamente al buen momento de la lengua.
"El Kriol es una lengua relativamente joven, de unos 300 años, y llevó cerca de dos a tres décadas buscar consensos para empezar a escribirla. Aún no hemos agotado todos los debates, y eso está bien. Las controversias le dan contenido y enriquecen este momento histórico de nuestra lengua madre", comentó el historiador Andrés Steele, del Banco de la República.
El diccionario de Julie Espinosa es la evidencia de esas avanzadas que abrieron el camino. Aunque despertó cierta inquietud, sobre si es verdaderamente el primero, estudiosos como la lingüista Monique Shoch y la directora del Banco de la República, Irma Bermúdez Davis, coinciden en que el trabajo de Pedro Abello ‘How to speak Caribbean English’ (A Creole – English, Spanish Dictionary) y la compilación de Dulph Mitchell, eran glosarios o listas de palabras sobre temas especializados, pero no complejos en estructura y metodología. El trabajo de Espinosa, con 200 páginas, marca un antes y un después.
Sin embargo, es justo que reconozcamos a quien sembró hace 23 años los primeros significados del Kriol, como Abello, con esta primera compilación que sutilmente era un diálogo o invitación del autor, líder en el sector turístico, con las personas no hablantes (residentes y visitantes), para que pudieran entender, respetar y apreciar mejor las dinámicas de pervivencia del pueblo raizal, receptor de muchas identidades y de un turismo masivo.
Y esto es precisamente lo que significa un glosario y no es nada despreciable, todo lo contrario: es una lista de términos especializados con enfoque en temas específicos de un área temática determinada. Por eso también es urgente dar paso al reconocimiento del aporte contemporáneo de Ana Márquez, Irma Bermúdez Davis y Monique Schoch (2018) con el Glosario de Términos Náuticos del Creole de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Aportes para el fortalecimiento de la cultura marítima del pueblo raizal.
Ahora bien, todos estos trabajos simbolizan la autodeterminación raizal en su forma más concreta: son herramientas escritas, legibles, que sirven para enseñar, inspirar, aprender y proteger la lengua del pueblo raizal. ¡Esto si es resistencia pura, señoras y señores!
Además, el esfuerzo de un grupo de personas encabezadas por el pastor Ricardo Gordon, quien hoy funge como Secretario de Educación, los llevó a publicar hace un par de años la cartilla “How fi rait fi wi Kriol, que es una guía o aterrizaje de la gramática del Kriol que sigue el diccionario de Espinoza.
El pastor Gordon, recuerda: “Comenzamos a reunirnos periódicamente para trabajar en este librito que nació en un proceso que ya había creado la Universidad Cristiana y empezamos a actualizarlo y a darle consistencia, necesitábamos que las reglas estuvieran más claras, poner ejemplos para que cualquier persona que lea pueda entender y algo que me parece fabuloso de este libro es que lo hicimos trilingüe”.
También, recientemente, la fundación Sea Star llevó a cabo el concurso de cuentos escritos en creole: 'Kriol Shaat Stuori Kantes', dirigido a jóvenes de San Andrés, realizado con el objetivo de ayudar a preservar el uso de la lengua nativa entre las nuevas generaciones e incentivar también su escritura.
Por eso, es preciso no temerle más al debate, los desacuerdos ni las trabas o talanqueras que se suscitan al interior de nuestro pueblo por la escritura del Kriol, ya que esta lengua es una identidad resistente por sí misma y fluye como las olas conectando a la ‘Nación Creole’ dispersa en Belice, Limón (Costa Rica), Jamaica, Bluefields, Corn Island, Little Island (Nicaragua), Colón (Panamá), Trinidad y Tobago, y otras regiones del Gran Caribe, algunos que nos anteceden en la escritura y otros que ahora aprenden de nosotros.
La lengua Kriol no reconoce límites, es transfronteriza y está interconectada. No solo se habla: se defiende, se canta, se sueña y ahora se escribe más que siempre. Hoy más que nunca, esta lengua grita autodeterminación desde cada página del diccionario de Julie Espinosa, de Pedro Abello y cada madre raizal que la enseña a sus hijos, reclamando también su lugar en la historia.
Porque una lengua escrita es también un pueblo que decide, bajo su propio gobierno, autodeterminación y resistencia: no desaparecer.
¡Larga vida a la lengua Kriol y a los raizales!