Colombia tiene frente a sí una decisión que marcará su futuro tecnológico por décadas. No exagero cuando digo que un paso en falso en la regulación de la Inteligencia Artificial (IA) podría dejarnos en las cavernas, tecnológicamente hablando. Este no es un tema más…
No estamos decidiendo cómo controlar patinetas eléctricas ni cómo subir impuestos a las plataformas digitales. Estamos hablando de la tecnología más poderosa de nuestra era, la que define si somos creadores del futuro o usuarios pasivos de lo que otros inventan.
Muchos países están tratando de regular la IA y sí, es necesario. Pero cuidado: no se la puede regular como se regula cualquier otra tecnología. Tiene un ritmo de evolución brutal, impacto transversal en todos los sectores y, lo más importante, ya está redibujando la economía mundial. Si cometemos el error de querer controlar algo que todavía no entendemos del todo, y lo hacemos con una mano pesada, podríamos quedarnos décadas atrás en solo un par de años.
Europa lo está viviendo en carne propia. El famoso AI Act, aprobado en marzo de 2024, buscaba poner reglas claras. Y aunque tiene buenas intenciones, sus efectos están siendo, por decir lo menos, preocupantes. Los costos de operación para las empresas tecnológicas subieron entre un 20% y un 30%, muchas ‘startups’ ya no pueden competir, y hay una gran incertidumbre legal por la falta de coherencia entre los países miembros.¿Resultado? Empresas como Meta pausando proyectos, otras migrando fuera del continente y una Europa que, hoy por hoy, está quedando rezagada frente a Estados Unidos y China.
¿Y nosotros? ¿Vamos a copiar ese modelo solo porque suena bonito en los titulares? Ojo: no se trata de no regular, se trata de regular con inteligencia, entendiendo que estamos en un campo nuevo, que cambia cada seis meses y que necesita flexibilidad, no rigidez.
Sería como si quisiéramos controlar la fabricación de armas con un palo mientras Estados Unidos y China están fabricando a dos manos. No digo que hagamos lo mismo que ellos, pero tampoco podemos andar con una venda en los ojos. Si ellos están corriendo esta carrera a toda velocidad, una regulación estricta aquí, sin contexto ni estrategia, es simplemente un suicidio tecnológico.
Y lo digo como alguien que trabaja a diario en esto: la IA no es una moda, es una ola que ya está rompiendo sobre todos los sectores —salud, educación, turismo, justicia, agricultura, servicios—. Si Colombia regula sin visión, no solo espantará inversión extranjera y talento nacional, también perderá la oportunidad de construir soluciones propias para sus problemas. Estaremos consumiendo lo que otros nos den, pagando licencias en dólares por sistemas que podríamos estar creando acá.
Necesitamos una regulación que proteja sin asfixiar, que se construya con expertos, con datos, con pruebas piloto y no con miedo. La famosa ‘ética’ no puede ser una excusa para la inacción ni para el control excesivo. La ética en IA debe ir de la mano de la innovación, no en contra de ella.
La oportunidad que tiene Colombia no es menor. Podemos ser líderes en América Latina si tomamos decisiones inteligentes hoy. Pero si intentamos frenar lo imparable con normas mal pensadas, vamos a terminar como aquellos ancestros que veían el fuego como una amenaza y no como lo que nos sacó de la oscuridad.
Así de claro: regular mal la IA es quedarnos en la oscuridad mientras otros prenden hogueras con código. Y no, no estoy exagerando.
----------------------------
* Conferencista internacional y consultor en Inteligencia Artificial. C.E.O de OptimixAI y MedInA (marca personal). Ingeniero de Sistemas | Speaker certificado por IBM
-------------------
Este artículo obedece a la opinión y/o discernimiento del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.