Los hombres y las mujeres transitamos un ciclo continuo entre la vida - muerte - vida. En ocasiones no somos conscientes de este tránsito que está acompañado de miedo y reticencia. ¿Cómo florece cada una? ¿Que emerge de la muerte? No se trata de una simulación del germinar ni de un supuesto del morir.
El ciclo de la vida es brillante metalizado casi que explosivo acompañado de ideas creativas, lo acogemos de forma más amorosa quizá porque es vibrante, fluido, con forma. El ciclo de la muerte en cambio es doloroso, oscuro como un bosque, denso como la neblina, sin forma, sin tiempo, hay un algo suelto que con ternura deseamos juntar.
El ciclo de la muerte se acepta en un tono iracundo, con resistencia, gritos, confusión. Luego se desfallece y al final las ventanas se cierran, humea el incienso y se ilumina con velas el curso de lo que muere.
En el embarazo y en el posparto queda a flor de piel el ritmo, lo que pulsa en el ciclo de la vida - muerte - vida. Con cada embarazo un ciclo distinto y propio. Un miedo distinto, unas preguntas nuevas. Si en cambio a lo que nos enfrentamos es a una ruptura de pareja la tarea en el ciclo de la vida – muerte - vida es lidiar con la propia imagen en el espejo. “Lidiar con una misma”
Otro momento de ritmos a flor de piel es en el tránsito de una enfermedad que puede ser una afección del alma, de la mente o una enfermedad física que a la vez puede ser catastrófica o no. Aquí hay un alumbramiento que posibilita que se vean los pedazos, las partes que mueren.
Dejar vivir lo que tiene que vivir. Dejar morir lo que tiene que morir. ¿Cómo entender el ciclo? La única forma de aprender a transitar la muerte y el florecer es viviéndolo despiertas. En el florecer acompañamos los procesos creativos alimentándolos con el fuego que es la energía vital que nos hace creer en los sueños o proyectos.
El dolor que acompaña el ciclo de la muerte también debe ser acompañado por nosotras mismas ya sea escribiendo, componiendo, andando al mar o al río. Florecer y nacer siempre que nos apetezca sin pedir permiso.
Lo que tiene que morir muere. A medida que transitamos con mayor conciencia el ciclo de la vida - muerte - vida nosotras mismas echamos al fuego eso que se desprende en el posparto, o en un duelo o ruptura y andamos a flor de piel.
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.