Ya se ha hablado hasta el cansancio que para garantizar la preservación y sostenibilidad de San Andrés como destino turístico es imperativo hacer cumplir las normas vigentes entre las empresas prestadoras de servicios, así como vigilar de cerca las actividades que puedan impactar negativamente en los ecosistemas que hacen viable la vida en el archipiélago.
La belleza natural de San Andrés, con sus arrecifes de coral, manglares y playas de blanca arena, son un recurso que atrae hace décadas a miles de visitantes. Sin embargo, hace varios años –suficientes ya– estos ecosistemas han comenzado a mostrar signos de desgaste y de alarma que merecen la atención de todos.
El reciente comunicado emitido por la Dirección General Marítima (Dimar) sobre las actividades de buceo en el sector conocido como ‘La Pirámide’, nos recuerda que el déficit en la implementación clara de las regulaciones establecidas y la gestión escasa en algunos casos, ha resultado en la degradación de hábitats marinos, contaminación, accidentes y una presión insostenible sobre los recursos naturales.
En este contexto, es imperiosa la necesidad de aplicar la normatividad vigente a las empresas turísticas y es aquí donde la corporación ambiental Coralina y la institucionalidad jurídica y policial deberían cumplir un rol más protagónico.
En otras palabras: es esencial que las empresas operadoras de servicios turísticos en San Andrés adopten prácticas sostenibles que respeten y protejan el entorno natural.
Esto implica no solo la implementación de medidas para reducir el impacto ambiental, como el manejo adecuado de residuos y el uso responsable de recursos, sino también la educación y sensibilización de sus propios prestadores de servicios e inclusive de sus clientes sobre la importancia de conservar los ecosistemas locales.
La creación y/o seguimiento de estándares específicos para actividades como el buceo, el snorkel y los paseos en lancha o embarcaciones es crucial para evitar daños irreversibles en los arrecifes y otras áreas delicadas.
Además, la formalización y reglamentación de los operadores de tours y receptivos turísticos es fundamental. Un sistema de licencias y certificaciones, respaldado por un marco regulatorio riguroso, garantizaría que solo las empresas que cumplen con los criterios de sostenibilidad puedan operar en la isla.
La sostenibilidad de San Andrés como destino turístico no es solo una responsabilidad de las autoridades locales (Gobernación, Coralina, Dimar), sino también de todos los actores involucrados en la industria turística que a fin de cuentas son los primeros beneficiados de su explotación económica.
La implementación de normas claras y la formalización de las operaciones turísticas son pasos esenciales para preservar este invaluable paraíso para las generaciones futuras. Solo mediante un enfoque comprometido con la sostenibilidad se podrá garantizar que San Andrés siga siendo un refugio natural y un destino turístico de ensueño.