El desabastecimiento de agua en el sector de La Loma en la isla de San Andrés es un problema persistente que refleja las profundas desigualdades sociales de la región. A pesar de que en esta zona se encuentran los pozos profundos que abastecen de agua a la isla, los residentes de La Loma siguen siendo los últimos en recibir el suministro de este recurso vital.
Mientras tanto, las zonas turísticas y comerciales del sector norte de la isla (North End), frecuentadas por visitantes nacionales e internacionales, no experimentan las mismas dificultades, manteniendo un flujo más regular de agua potable que contrasta con la realidad de gran parte de los habitantes locales.
La problemática del agua en San Andrés no es solo una cuestión de recursos naturales, sino también de justicia social. La Loma, habitada en su mayoría por raizales, un pueblo con profunda conexión histórica y cultural con el territorio, enfrenta de esta manera una evidente marginación. A pesar de que –reiteramos– los pozos profundos se encuentran en el área mencionada.
Además, esto se agrava en épocas de sequía, cuando la mayoría de los isleños deben recurrir a la recolección de agua de lluvia o, en el peor de los casos, comprar agua a precios elevados, lo que resulta insostenible para muchas familias.
Es bien sabido que San Andrés es una fragil y pequeña isla oceánica, sin embargo, la inequidad en la distribución del agua pone en evidencia un modelo de desarrollo que privilegia el turismo por encima de las necesidades básicas de la población local. Históricamente, las autoridades han priorizado la zona hotelera, conscientes de la importancia económica de dicha industria para la isla…
Sin embargo, esta prelación ha creado un desequilibrio agravado por la elevada sobrepoblación de San Andrés. Mientras los turistas disfrutan de una estancia cómoda con acceso ilimitado a servicios –que no pocas veces son mal utilizados–, los residentes de La Loma y otros sectores deben luchar a diario por obtener agua para sus necesidades básicas.
El acceso al agua es un derecho fundamental, y ninguna comunidad debería quedar al margen por criterios económicos o geográficos. Soluciones como la modernización de la infraestructura hídrica, el establecimiento de plantas desalinizadoras accesibles para toda la isla y una distribución más justa del recurso son esenciales para corregir esta injusticia histórica.
Es hora de que la población de La Loma reciba el respeto y la dignidad que merece, con un acceso justo y lo más permanente posible a un recurso tan esencial como el agua. Los recientes acuerdos en materia de Cooperacoón Internacional y el acercamiento fraternal a islas del Caribe con similares caraterísticas, deben cristalizarde más allá de enunciados y fotos de ocasión.
Solo así San Andrés podrá avanzar hacia un futuro más equitativo, apacible y satisfactorio para todos sus habitantes.